viernes, 30 de octubre de 2009

Crónicas artesanales IV

30 de octubre de 2009

Llegue a las nueve, temprano podríamos decir porque todos llegan tarde, y me entere que Ana estaba en Mar del Plata. Sergio y Alfonso me dijeron que pase nomás para molineros y ya distinguía la simpática voz de Tere. Solo estábamos ella y yo, así que como siempre me dio el diario el viajero y se fue a hacer algunas cosas personales. Mientras, yo luchaba contra una cucaracha. Volví al hall del 4º piso y Romi estaba dándole monedas a un paciente y Sergio lo reto y Horacio, el paciente, se fue por las escaleras. Al rato llegaron Dora y Alejandro. Parecía que no había nada para hacer, los papeles que habían hecho el día anterior estaban demasiado finos, servían solo dos que Tere iba a planchar y entonces Alejando comenzó a hacer papel. Llego Iván comentando que este era su último día en molineros, que estaba aburrido, que necesitaba hacer algo diferente, como herrería por ejemplo. Considerando que estaban todos dispersos y no encontramos nada útil que hacer, decidimos con Romi ir a leer los historiales clínicos a la oficina de Sergio. Leímos los cuatro, Maria Teresa, Alejandro, Marcelo e Iván. Ante todo quisiera destacar la desprolijidad de los historiales, las fechas mezcladas, la letra, el desorden de hojas, la precaria información que poseen y otras faltas más que no vienen al caso. Un desastre, había comentarios o acotaciones que parecían un chiste. Dejando esa parte “técnica” de lado, encontré solo etiquetas: esquizofrénico, trastorno de ansiedad, depresión, ideación suicida, psicotico, retardo mental leve, epilepsia, ansiedad, esquizofrenia larga duración y más de lo mismo. Una bola de diagnósticos enredados, opuestos en la misma persona, con fechas dispares, inentendibles, certificados de discapacidad etc. Sinceramente, no me resulto para nada llamativo, ni tuvo el peso que creí que podría llegar a tener, saber el “diagnostico” de cada uno. Cuando cerré las carpetas y volví a molineros, para mi ellos seguían siendo Tere, Iván y demás…como si nunca hubiese leído todo eso. Lo único que me quedo más grabado o me intereso leer, fueron las historias familiares, situaciones actuales, parejas, digamos más lo referido a lo vincular y a que sustento social pueden tener afuera en caso de ser externados, en que contexto estarían “insertos” desde lo más micro, a lo más macro que seria la sociedad. Y claro que si, me llamo la atención un caso donde había un juez penal de por medio y situaciones bastante extremas y complicadas.
Aprovechamos también para hablar con Sergio, quien nos comento los requisitos para ser parte de los talleres de prealta, Sergio nos comento que tienen que estar compensados, y que es él quien registra todos estos puntos en las entrevistas individuales que realiza, con los pacientes de cada servicio o consultorios externos, que quiere formar parte. Según leí en los contratos de cada uno de los talleristas, el servicio de prealta depende del departamento de rehabilitación, que supongo dependerá directamente del Borda. Si me detuve a leer esta especie de “contrato” donde dice que los talleristas deben permanecer de 9 a 12 hrs. (no recuerdo bien si era 12 o 13) y algunas cosas, que evidentemente en la practica, no se cumplen.
Luego, volvimos a molineros a hacer lo mismo de siempre. Cortar y deshilachar, deshilachar y cortar. Alejandro hacia papel todo el tiempo, mientras Iván intentaba cortar pero se colgaba constantemente, Tere charlaba con Romi y conmigo, y Dora permanecía en su escritorio a un costado leyendo el libro de pedidos, comentando algunas cuestiones. Justo a mi lado estaba la batidora de papel, que permaneció una hora trabajando, taladrándome la cabeza…en un momento me perdí totalmente de la situación, me abstraje y de alguna manera un tanto inexplicable en palabras, me fusione con el entorno, con el hospital, con la situación. Fue extraño y cuando me sentí incomoda, entonces me cambie de lugar, me aleje de la maquina y me acerque a Tere y Romi que estaban charlando y por el ruido, yo no podía participar ni escuchar nada porque estaba en el otro rincón de la mesa
Respecto de Iván, sinceramente lo note muy desmejorado. No estaba muy bien de cara, prácticamente no hablo y se la paso haciendo movimientos “poco usuales” y ruidos guturales. Después salio a fumar con Alejandro al pasillo y seguía solo, haciendo movimientos circulares, ya sea con la cabeza o el cuerpo y teniendo actitudes que en otro momento no he notado en el. Se quedaron fumando un largo rato afuera, Dora nunca les dijo nada, después Alejandro entro para seguir trabajando e Iván se fue.
Le preguntamos a Dora por Marcelo y dijo “Viene cuando quiere” y también por otros profesionales nos enteramos que en realidad no quiere venir, si no que más bien lo hace por otras cuestiones que no viene al caso comentar pero que en realidad si puede faltar, mejor. Y respecto de Carlos, nos dijo que tenia medico (todas las veces que fuimos sucedió lo mismo). También Romi le pregunto cual era el cargo de ella a lo que Dora respondió, que es psicóloga social y además acompañante terapéutico y que trabaja hace 9 años en molineros, desde que se creo. Después llego Claudia, que es psicóloga y se sentó en la mesa a charlar con Tere, Romi y yo y la verdad es que nos divertimos mucho ¡Cuatro mujeres en una mesa siempre es producente! Charlamos de los hospitales, de la carrera, Claudia nos conto muchisimas cosas de toda su experiencia, después terminamos hablando de poesía, hombres, historia y nos fuimos por las ramas, mientras claro, deshacíamos el hilo. Tere nos dio para leer sus poesías, nos hablo mucho de la radio donde esta, de su vida y una frase me quedo tatuada en la mente “YO SIN LIBERTAD ME MUERO, ME MUERO” repetía, gesticulando exageradamente como suele hacer con carcajadas cómplices y contagiosas. La verdad que una frase así, dentro del Borda, pesa el triple.
Finalmente Iván iba y venia, decía que no quería estar más acá porque se aburre, que Marcelo también se aburre…y medio “en chiste” Dora, Claudia y Tere le decían “Sos malo, nos dejas y te vas, ya vas a volver” y una serie de cuestiones que me llamaron la atención, aunque claro, Iván se reía, no reacciono mal en ningún momento. Tere decía que todos se van “Che al final nos dejan solas” se quejaba.
Ya habíamos hecho dos cajas enteras de hilo, entre chistes y charla, mientras Dora cortaba pétalos que Tere trajo donados por oyentes de su radio. Llego la ansiada hora de la comida, hoy cocinaba el Lic. Sergio, fideos con pesto y todos estaban muy movilizados. Fuimos a ayudar al comedor, las chicas rayaron queso, otras picamos nueces, preparamos los fideos y las mesas. Fuimos preguntando por cada taller, quienes se iban a quedar y finalmente al rato cuando ya estaban todos sentamos comenzamos a servir. Además de algunos pacientes, estaba Dora, Tere, Sergio, la cocinera y nosotros cinco, los pasantes. La comida salio riquísima, todos la disfrutamos mucho compartiendo un lindo momento en el comedor. Ademas, se genero un espacio de confianza y humor muy divertido, con una frase que se uso cada cinco minutos que trajo Tere: “Te lo dejo flotando” y todos nos reíamos. Ante cualquier pregunta o situación aparecía esa frase.
Erica llevo la cámara, nos sacamos fotos, cocinando, comiendo, con pacientes, profesionales y entre nosotros. El clima era de mucha armonía y respeto, de alguna manera me dio mucha alegría y esperanza poder sentarme y compartir esto con ellos, con todos, sin diferencias. Todos sentados en el mismo lugar, todos comiendo lo mismo, digo…sin jerarquías de ningún estilo, al menos no, explícitamente como suele pasar en otros espacios o dispositivos.
Luego levantamos las mesas, limpiamos, lavamos los platos y dejamos todo el comedor limpio antes de despedirnos. Todos nos agradecieron mucho y parecían contentos y satisfechos. Iván nunca llego.
Fue una hermosa jornada, un día muy ambiguo y fluctuante subjetivamente hablando.
Cuando llegue y me entere que Iván se iba, que Carlos nunca puede, que Marcelo no viene casi nunca y que solamente Alejandro trabaja me genero una sensación medio de angustia y desesperanza. Con el correr de la mañana, sumada a la ausencia de Ana y prácticamente también la “ausencia” de Dora esta sensación se acrecentó. Pero luego, con todo el tema de la comida y la emoción por ser los encargados y demás, hubo en mi un recambio energético positivo, volví a pisar la calle con las mismas certezas de siempre intentando no ser extremista y comprender que hay días mejores y peores, solo eso.
Me parece interesante proponer algún tipo de motivación en molineros, porque no es casual que tantos no vengan, o pongan excusas o abandonen el trabajo. Creo que hay una cosa un poco densa, chiclosa, de hacer siempre lo mismo, una rutina marcada, con pocas posibilidades de cambio o autonomía. A lo mejor, siento yo desde mi lugar, que el cambio viene por ahí; debería plantearse otro tipo de dinámica, de división de tareas, incluso dentro del personal mismo creo que hay mucho para modificar, porque hay algo que esta haciendo ruido y creo que es necesario escucharlo.

Los sordos piensan que los que danzan están locos…

N.P. S
30/10/09

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