domingo, 22 de noviembre de 2009

Crónicas artesanales VII

20 de noviembre de 2009

Salí de casa ansiosa y entusiasmada, hoy terminábamos las pasantias en el hospital y además, íbamos a compartir un café literario en biblioteca. Me encontré en el colectivo con Tere y fuimos juntas hasta el hospital, entre anécdotas y risas. Cuando llegue ya estaban casi todos mis compañeros, más dos de la práctica. Fui a Molineros, salude a todo el equipo y comenzamos a preparar el café, acomodar la comida y demás preparativos en el comedor. El ambiente era festivo y revoltoso. Fotos por acá, videos por allá, Ana a las corridas, nosotras llevando termos, platos, sillas. Finalmente a las diez, dimos comienzo al café con la participación de muchos internos y profesionales. Carlos, un interno, coordino las lecturas llevando una anotación de los turnos para leer. Comenzó leyendo Erica, un hermoso poema de Mario Benedetti y así fuimos leyendo varios, incluso algunos internos producciones propias y también una de Ana Tisera.
Me anime a leer una poesía de Mario, y un texto que le dedica una princesa Inca a un psiquiatra, que me parece increíble. Otros compañeros servían café, y los pacientes estaban muy entusiasmados y agradecidos con la comida. Se produjeron varias charlas que giraron en torno a varios debates, del gobierno, de proyectos a realizar respecto de un taller literario o una antología, de La Colifata y demás. Cerca de las 11:30 dimos por finalizado el taller, y comenzamos a juntar todo, ordenar, lavar, etc. Tere se mostró muy emocionada por nuestra partida, nos obsequio un poema de su autoría a cada una con su teléfono y firma, y los profesionales también se mostraron muy afectuosos. Le comentamos a Dora y Claudia, psicólogas, que teníamos idea de seguir. Claudia nos dijo que hacíamos mucha falta ahí, que por favor no dejemos de ir. Todo transcurrió rápidamente. Volvimos con Romi a Molineros, nos despedimos de Carlos, Alejandro y Marcelo y terminamos de ordenar biblioteca, nos sacamos algunas fotos y finalmente, nos fuimos. La verdad que fue una experiencia enriquecedora y muy hermosa. Quiero volver, no solo a Molineros, si no al hospital una y otra vez, porque aun hay muchisimo por hacer y nunca sobran manos. Me fui contenta, con mucha esperanza a pesar de tantos obstáculos. Con muchas ideas y proyectos, me fui. Esperando regresar.
La mediocridad para algunas es normal, la locura es poder ver más allá, susurra Charly.

N. P. S

viernes, 13 de noviembre de 2009

Crónicas artesanales VI

13 de noviembre de 2009

La realidad nos atraviesa otra vez. No anda el ascensor, se rompieron las dos licuadoras de Molineros y la humedad no ayuda. Llego temprano y como de costumbre, solo esta Tere…pero enseguida llega Marcelo. Abrimos Molineros, una compañera del curso viene de visita y yo intento explicarle el funcionamiento del dispositivo. Ana va y viene, Alfonso y Sergio están de vacaciones y todo esta medio convulsionado. Al rato comienzan a llegar más talleristas, Carlos y Alejandro, Dora y mi compañera Romi. Durante la mañana hicimos tareas como cortar tarjetas, romper papel y yo le ayude a Ana encargándome de imprimir cien tarjetas. Fui un día armonioso, a pesar de ser diferente porque no podíamos producir papel. Nunca hubo tanta gente en Molineros desde que llegamos. Cuatro talleristas, Dora y tres pasantes. Prendimos la radio, logramos sintonizar la mega y el ambiente se volvió cómplice, Alejandro hizo chistes sobre Tere que nos hicieron reír mucho a todos. Marcelo en cuanto pudo, huyo (como acoto Tere risueña) y nunca volvió. En un momento paso Iván (ex tallerista), nos pidió que le cuidáramos el reloj porque iba al gimnasio. A los dos segundos volvió y dijo “quise levantar una pesa y no pude, y me fui” y todos nos tentamos, incluso él. Nos pidió el reloj y se fue. También estuvimos recortando y repartiéndonos volantes sobre la actividad que se realizara el martes en la facultad, del Frente de Artistas. Luego, cuando ya no había demasiado más que hacer y me dolían los dedos de cortar papel me fui un rato a la biblioteca, a observar el funcionamiento, a ver que libros tenían, a escuchar a los pacientes, a hacer compañía y charlas con mis compañeros. También fuimos con Romi a conocer el gimnasio y la cancha. La mañana termino cuando todos comenzaron a irse a almorzar como de costumbre. Esta es la anteúltima vez que asistimos como pasantes de la práctica a este dispositivo. Le comente a Romi, que me gustaría quedarme y a ella también, intentamos hablar con Ana pero no la encontramos.
Y si, aun no logro distanciarme emocionalmente de los talleristas, no logro la “disociación” que supuestamente hay que lograr, la famosa transferencia y demás. No solo con ellos, sino con la institución misma, con el espacio.
Es difícil, pero sobre todo, es. Yo tengo ganas de seguir siendo parte, de aprender, de cooperar, de estar presente. De estar siendo y fluir, en un lugar que me hace sentir cómoda y parte del todo.

N. P. S

viernes, 6 de noviembre de 2009

Crónicas artesanales V

6 de noviembre de 2009

Llegue puntual y no había casi nadie. Salude a Ana y fui directo a molineros, donde me recibió Tere con la simpatía de siempre. Marcelo estaba por ahí dando vueltas, pero en ningún momento se sentó a hacer algo y enseguida se fue, y nunca más volvió.
Alfonso me trajo unas tarjetas para cortar con la maquina y estuve un rato haciendo eso hasta que llego Romi, mi compañera, y me ayudo a emparejar con la tijera. Más tarde llego Alejandro que no dejo de trabajar en toda la mañana haciendo papel y otras tareas. Dora se había ido a acompañar a Carlos a un lugar, por lo cual estábamos nosotras tres con Alejandro. La mañana transcurrió de manera dinámica, Romi y yo cortamos 220 tarjetas, Tere planchaba, Alejandro hacia papel, Ana iba y venia. También en algún momento los chicos de biblioteca vinieron a pedirnos cosas y nosotros a ellos. Luego, cortamos cartulina violeta y terminamos, como de costumbre, deshilachando hilo las tres y riéndonos con Tere de sus fantásticas anécdotas. Prácticamente, toda la mañana, estuvo prendida la radio (Primero la prendió Alejandro y después Tere) con música variada, lo cual me parece que contribuye a un espacio de trabajo mas alegre si se quiere o más divertido. Antes de las doce nos fuimos al aula para poder charlar con Ana acerca de algunas cuestiones del trabajo de campo. Tuvimos una pequeña charla con ella, y luego le hicimos una entrevista a Alfonso (jefe de servicio) que duro prácticamente 45 minutos y nos fue de suma utilidad. No solo para el trabajo en si, sino también para nosotros como pasantes, para tener más claras algunas cuestiones. Luego, nos quedamos los cuatro hablando de diversos temas, planteándonos interrogantes, criticas, dudas…fue un intercambio muy rico. Incluso, volví con Walter en el colectivo charlando también sobre los limites, la transferencias y demás.
Hoy resuena en mi lo vincular, el tema de la confianza, no solo con los talleristas si no también entre nosotros (los estudiantes/pasantes) e incluso lo vincular con los profesionales. La sensación de pertenencia, de confianza, de ser parte de un lugar y apropiarse subjetivamente de determinadas cuestiones, a pesar de concurrir solo una vez la semana. Tal vez sea poco, pero por ahora, es suficiente para poder reflexionar acerca de una abanico de cuestiones que se dan ahí mismo, en la practica de lo que elegimos para nuestro futuro; nuestra vocación.

N. P. S