viernes, 16 de octubre de 2009

Crónicas artesanales III

Viernes 16 de Octubre de 2009

Hoy arranco el día temprano y enérgico. El ascensor no andaba, por lo cual tuve que subir los cuatro pisos por escalera. Como subía sola y despacio, me detuve a leer las paredes, los comentarios hechos por los internos supongo, y observar también los dibujos. Me quede sorprendida y sumamente interesada con algunos.
Cuando llegue a molineros, ni Carlos, ni Iván estaban presentes pero dos talleristas que aun no conocíamos se sumaron. Alejandro y Marcelo. Empezamos cortando papel con la cortadora, lo cual nos llevo un buen rato hasta que le tomamos bien la mano y las medidas exactas. Estaban también, Tere, Dora la psicóloga social y en algunos momentos Alejandra, pasante de medicina. Más tarde Carlos se fue a comprar flores con Claudia, Tere hilo sedal e Iván tenia dolor de panza y por eso no había podido venir.
Luego concurrí a la oficina con Ana para hacer varias tarjetas, que estuve confeccionando con Alfonso porque Ana estaba con varias ocupaciones. Iba y venia de la oficina de Alfonso a la de Sergio: tijera, regla, hojas ¿Así te parece? ¿Dónde esta Ana? ¿La corto? ¿Imprimo? Si bien me siento cada vez más segura y con cierta autonomía, nunca dejo de consultar o preguntar antes de hacer algo. Luego que termine todos los pedidos en la oficina, volví a molineros y estuvimos con las tareas de siempre; desarmar hilo, ordenar un poco, separar papeles. De repente Ana entro con mucha energía y revoluciono el lugar. Empezamos a cambiar los muebles, correrlos de lugar, limpiar, sacar, tirar, subir cosas con la escalera…nadie entendía mucho nada y ella comento que quería poner una vacha más y necesitábamos hacer espacio. Además, sinceramente, había muchas cosas para tirar y descartar. Barrimos, pasamos el trapo y ordenamos bastante. Llevábamos al comedor lo que era para tirar. Dora les decía a Marcelo y Alejandro, que ayuden, que hagan algo, que se muevan. Alejandro parece tímido, un tanto lento y muy callado. Marcelo habla más y sale a fumar a cada rato. Claudia les pregunto si tenían permiso para salir, pero ambos dijeron que no (para ir a comprar flores con ella). También Tere colaboro con la limpieza y el orden, como siempre simpática bien predispuesta. La jornada término cuando llenamos tres cajas de hilo, ordenamos los últimos detalles y dejamos todo limpio para el lunes. Se fueron todos a almorzar al comedor, Ana se había ido antes, por lo cual nos juntamos con nuestros compañeros que están en biblioteca y charlamos mientras bajábamos por la escalera (porque el ascensor aun no andaba) y luego seguimos comentando cuestiones del día, en la puerta. Allí nos intercepto Pajarito, un interno o externado ya aun no lo sé, que yo conocía de cuando iba a la Colifata. Hablo muy rápido de temas referidos a la plata y el juego y finalmente acoto que si no nos aumentaban el sueldo, el no nos dirigía más la palabra. Cruzo y se fue, alejándose del hospital y de nosotros. Me sorprendió verlo así, porque hace unos cinco años cuando yo lo conocí, estaba externado y en mejores condiciones, aparentemente.
Quisiera recalcar que fue una mañana turbulenta, no en cuanto a molineros en si, pero si respecto de otras cuestiones que estuvieron pasando en el sector de prealta, de las cuales yo estuve al tanto por permanecer gran parte de la mañana en las oficinas. El ascensor no anduvo nunca y eso fue todo un tema. Los talleristas de bolsas de polietileno tenían que subir cosas pesadas, que subían, que no, como, cuantos. Y otras cuestiones que no vienen al caso, pero que en algún punto tenían que ver con este problema del movimiento y demás.
Cuando estaba en la oficina con Sergio cortando tarjetas de casamiento, en chiste el acoto “¿Viste? Estudiaste psicología para esto, para terminar cortando tarjetas ¿¡Quien lo iba a imaginar!?”. Yo me reí cómplice y seguimos trabajando, pero me parece un punto para reflexionar, no tanto desde su postura que claramente fue en chiste, pero si desde mi postura en este emprendimiento, el rol que ocupamos como pasantes, estudiantes. Que nos correspondería hacer, que no, porque y como. Y como se relacionan de alguna manera, nuestra profesión con estas cuestiones más bien prácticas y artísticas, y sobre todo artesanales en este caso.
El arte sano lo cura. Que extrañas paradojas esconden las palabras.

N.P.S

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