domingo, 22 de noviembre de 2009

Crónicas artesanales VII

20 de noviembre de 2009

Salí de casa ansiosa y entusiasmada, hoy terminábamos las pasantias en el hospital y además, íbamos a compartir un café literario en biblioteca. Me encontré en el colectivo con Tere y fuimos juntas hasta el hospital, entre anécdotas y risas. Cuando llegue ya estaban casi todos mis compañeros, más dos de la práctica. Fui a Molineros, salude a todo el equipo y comenzamos a preparar el café, acomodar la comida y demás preparativos en el comedor. El ambiente era festivo y revoltoso. Fotos por acá, videos por allá, Ana a las corridas, nosotras llevando termos, platos, sillas. Finalmente a las diez, dimos comienzo al café con la participación de muchos internos y profesionales. Carlos, un interno, coordino las lecturas llevando una anotación de los turnos para leer. Comenzó leyendo Erica, un hermoso poema de Mario Benedetti y así fuimos leyendo varios, incluso algunos internos producciones propias y también una de Ana Tisera.
Me anime a leer una poesía de Mario, y un texto que le dedica una princesa Inca a un psiquiatra, que me parece increíble. Otros compañeros servían café, y los pacientes estaban muy entusiasmados y agradecidos con la comida. Se produjeron varias charlas que giraron en torno a varios debates, del gobierno, de proyectos a realizar respecto de un taller literario o una antología, de La Colifata y demás. Cerca de las 11:30 dimos por finalizado el taller, y comenzamos a juntar todo, ordenar, lavar, etc. Tere se mostró muy emocionada por nuestra partida, nos obsequio un poema de su autoría a cada una con su teléfono y firma, y los profesionales también se mostraron muy afectuosos. Le comentamos a Dora y Claudia, psicólogas, que teníamos idea de seguir. Claudia nos dijo que hacíamos mucha falta ahí, que por favor no dejemos de ir. Todo transcurrió rápidamente. Volvimos con Romi a Molineros, nos despedimos de Carlos, Alejandro y Marcelo y terminamos de ordenar biblioteca, nos sacamos algunas fotos y finalmente, nos fuimos. La verdad que fue una experiencia enriquecedora y muy hermosa. Quiero volver, no solo a Molineros, si no al hospital una y otra vez, porque aun hay muchisimo por hacer y nunca sobran manos. Me fui contenta, con mucha esperanza a pesar de tantos obstáculos. Con muchas ideas y proyectos, me fui. Esperando regresar.
La mediocridad para algunas es normal, la locura es poder ver más allá, susurra Charly.

N. P. S

viernes, 13 de noviembre de 2009

Crónicas artesanales VI

13 de noviembre de 2009

La realidad nos atraviesa otra vez. No anda el ascensor, se rompieron las dos licuadoras de Molineros y la humedad no ayuda. Llego temprano y como de costumbre, solo esta Tere…pero enseguida llega Marcelo. Abrimos Molineros, una compañera del curso viene de visita y yo intento explicarle el funcionamiento del dispositivo. Ana va y viene, Alfonso y Sergio están de vacaciones y todo esta medio convulsionado. Al rato comienzan a llegar más talleristas, Carlos y Alejandro, Dora y mi compañera Romi. Durante la mañana hicimos tareas como cortar tarjetas, romper papel y yo le ayude a Ana encargándome de imprimir cien tarjetas. Fui un día armonioso, a pesar de ser diferente porque no podíamos producir papel. Nunca hubo tanta gente en Molineros desde que llegamos. Cuatro talleristas, Dora y tres pasantes. Prendimos la radio, logramos sintonizar la mega y el ambiente se volvió cómplice, Alejandro hizo chistes sobre Tere que nos hicieron reír mucho a todos. Marcelo en cuanto pudo, huyo (como acoto Tere risueña) y nunca volvió. En un momento paso Iván (ex tallerista), nos pidió que le cuidáramos el reloj porque iba al gimnasio. A los dos segundos volvió y dijo “quise levantar una pesa y no pude, y me fui” y todos nos tentamos, incluso él. Nos pidió el reloj y se fue. También estuvimos recortando y repartiéndonos volantes sobre la actividad que se realizara el martes en la facultad, del Frente de Artistas. Luego, cuando ya no había demasiado más que hacer y me dolían los dedos de cortar papel me fui un rato a la biblioteca, a observar el funcionamiento, a ver que libros tenían, a escuchar a los pacientes, a hacer compañía y charlas con mis compañeros. También fuimos con Romi a conocer el gimnasio y la cancha. La mañana termino cuando todos comenzaron a irse a almorzar como de costumbre. Esta es la anteúltima vez que asistimos como pasantes de la práctica a este dispositivo. Le comente a Romi, que me gustaría quedarme y a ella también, intentamos hablar con Ana pero no la encontramos.
Y si, aun no logro distanciarme emocionalmente de los talleristas, no logro la “disociación” que supuestamente hay que lograr, la famosa transferencia y demás. No solo con ellos, sino con la institución misma, con el espacio.
Es difícil, pero sobre todo, es. Yo tengo ganas de seguir siendo parte, de aprender, de cooperar, de estar presente. De estar siendo y fluir, en un lugar que me hace sentir cómoda y parte del todo.

N. P. S

viernes, 6 de noviembre de 2009

Crónicas artesanales V

6 de noviembre de 2009

Llegue puntual y no había casi nadie. Salude a Ana y fui directo a molineros, donde me recibió Tere con la simpatía de siempre. Marcelo estaba por ahí dando vueltas, pero en ningún momento se sentó a hacer algo y enseguida se fue, y nunca más volvió.
Alfonso me trajo unas tarjetas para cortar con la maquina y estuve un rato haciendo eso hasta que llego Romi, mi compañera, y me ayudo a emparejar con la tijera. Más tarde llego Alejandro que no dejo de trabajar en toda la mañana haciendo papel y otras tareas. Dora se había ido a acompañar a Carlos a un lugar, por lo cual estábamos nosotras tres con Alejandro. La mañana transcurrió de manera dinámica, Romi y yo cortamos 220 tarjetas, Tere planchaba, Alejandro hacia papel, Ana iba y venia. También en algún momento los chicos de biblioteca vinieron a pedirnos cosas y nosotros a ellos. Luego, cortamos cartulina violeta y terminamos, como de costumbre, deshilachando hilo las tres y riéndonos con Tere de sus fantásticas anécdotas. Prácticamente, toda la mañana, estuvo prendida la radio (Primero la prendió Alejandro y después Tere) con música variada, lo cual me parece que contribuye a un espacio de trabajo mas alegre si se quiere o más divertido. Antes de las doce nos fuimos al aula para poder charlar con Ana acerca de algunas cuestiones del trabajo de campo. Tuvimos una pequeña charla con ella, y luego le hicimos una entrevista a Alfonso (jefe de servicio) que duro prácticamente 45 minutos y nos fue de suma utilidad. No solo para el trabajo en si, sino también para nosotros como pasantes, para tener más claras algunas cuestiones. Luego, nos quedamos los cuatro hablando de diversos temas, planteándonos interrogantes, criticas, dudas…fue un intercambio muy rico. Incluso, volví con Walter en el colectivo charlando también sobre los limites, la transferencias y demás.
Hoy resuena en mi lo vincular, el tema de la confianza, no solo con los talleristas si no también entre nosotros (los estudiantes/pasantes) e incluso lo vincular con los profesionales. La sensación de pertenencia, de confianza, de ser parte de un lugar y apropiarse subjetivamente de determinadas cuestiones, a pesar de concurrir solo una vez la semana. Tal vez sea poco, pero por ahora, es suficiente para poder reflexionar acerca de una abanico de cuestiones que se dan ahí mismo, en la practica de lo que elegimos para nuestro futuro; nuestra vocación.

N. P. S

viernes, 30 de octubre de 2009

¿Qué es la desinstitucionalización?

Desinstitucionalizar es cuestionar más profundamente el dispositivo institucional en si y el modelo manicomial en el caso de la salud mental en particular. Sin dejar de lado otros tipos de instituciones como la escuela, la familia y el ámbito laboral, que son modelos culturales que también poseen fuertes contradicciones que amenazan de alguna manera la subjetividad de las personas. Cuando me refiero a cuestionar, estoy hablando de poder tomar una posición critica al respecto de las estrategias, técnicas y métodos del dispositivo asilar/manicomial de encierro y también desde el punto del vista del poder lógicamente, tomando como base desde mi perspectiva lo que Foucault expone en el poder psiquiátrico.
La desinstitucionalización responde a la necesidad de crear nuevas normativas, miradas diferentes hacia un horizonte de posibilidades más amplio y flexible en pro de los derechos de todos y cada uno de los ciudadanos que conformamos el pueblo. La desinstitucionalización, de ninguna manera hace referencia a negar las instituciones, es decir que no significa que las instituciones no hacen falta o no son necesarias, tampoco hace referencia a cerrar los hospitales, ni a abandonar al destino a quienes padecen trastornos mentales o carencias materiales y emocionales. Desinstitucionalizar no quiere decir que hay que desplazar a los “locos” o a los “pobres” a otros lugares iguales con diferente nombre pero con lógicas homologas. Tampoco significa seguir creando casitas, o “minibordas” y “minimoyanos” produciendo un ridículo reduccionismo de la situación, que no solo no solucionada nada, sino que disfraza la realidad con estrategias poco eficaces y obsoletas. Esa es una manera de no hacerse cargo, de desplazar, de marginar, de no tomar realmente conciencia de lo que se esta movilizando con este tipo de “ideas” como las de Macri para dar un ejemplo más claro, quien parece no tener noción de las condiciones en las cuales se encuentra el sistema de salud actual de nuestro país.
Desinstitucionalizar implica una relación directa con la producción de una transformación de raíz y un trabajo de prevención intensivo para poder cambiar la realidad que hoy se nos presenta; una superpoblación de pacientes donde siempre sobran excusas para su internación y cronificación, y nunca alcanzan los recursos e insumos para poder rehabilitarlos o mantenerlos en condiciones dignas como todo ser humano merece.
En lo que respecta al movimiento de antipsiquiatria, a nivel mundial, desmanicomialización y desintitucionalización confluyen en puntos de encuentro similares, en cuanto a la reorganización de estructuras, de dispositivos, de ejes, de un cambio de base y trasfondo para poder cambiar la óptica con que se trata a las personas, ya sea con sufrimiento mental, situación de vulnerabilidad social, etc.
Desinstitucionalización siempre significa partir de las necesidades de cada uno de los individuos, como seres autónomos, respetando por sobre todas las cosas su subjetividad y sus derechos. Dejando de lado el viejo y caduco sistema manicomial de encierro, de exclusión, de falta de respeto, de violación de derechos humanos. E incluso también modificando otros dispositivos y maneras de pensar, ya sea en la salud o en el disciplinamiento, tanto del ámbito educacional, laboral o cualquier otra institución con normas y reglas rígidas que moldeen de alguna manera la subjetividad de los individuos. Claro que bajo toda lógica subyace el factor político que siempre es el más fuerte y el más complicado de modificar, porque es el que más poder tiene.
La desinstitucionalización posee una estrecha relación con algunos conceptos como el de salud pública, la acción comunitaria y la participación colectiva. Implica además transformar los vínculos, respetar los derechos humanos, la dignidad propia y ajena y también mejorar los recursos económicos.
En el trabajo de desinstitucionalización es importante informar, brindar apoyo, contención y seguridad a la comunidad toda para que determinadas estructuras puedan ser transformadas, sin que la sociedad ignore sus causas y sepa hacer valer sus derechos.
Desinstitucionalizar, promulgando siempre los derechos de los ciudadanos y promoviendo la salud biopsicosocial, garantizando la vivienda, el trabajo y la salud por encima de sobre todas las cosas...por que la salud es un derecho y los derechos, no deberían negociarse.

N.P.S

Crónicas artesanales IV

30 de octubre de 2009

Llegue a las nueve, temprano podríamos decir porque todos llegan tarde, y me entere que Ana estaba en Mar del Plata. Sergio y Alfonso me dijeron que pase nomás para molineros y ya distinguía la simpática voz de Tere. Solo estábamos ella y yo, así que como siempre me dio el diario el viajero y se fue a hacer algunas cosas personales. Mientras, yo luchaba contra una cucaracha. Volví al hall del 4º piso y Romi estaba dándole monedas a un paciente y Sergio lo reto y Horacio, el paciente, se fue por las escaleras. Al rato llegaron Dora y Alejandro. Parecía que no había nada para hacer, los papeles que habían hecho el día anterior estaban demasiado finos, servían solo dos que Tere iba a planchar y entonces Alejando comenzó a hacer papel. Llego Iván comentando que este era su último día en molineros, que estaba aburrido, que necesitaba hacer algo diferente, como herrería por ejemplo. Considerando que estaban todos dispersos y no encontramos nada útil que hacer, decidimos con Romi ir a leer los historiales clínicos a la oficina de Sergio. Leímos los cuatro, Maria Teresa, Alejandro, Marcelo e Iván. Ante todo quisiera destacar la desprolijidad de los historiales, las fechas mezcladas, la letra, el desorden de hojas, la precaria información que poseen y otras faltas más que no vienen al caso. Un desastre, había comentarios o acotaciones que parecían un chiste. Dejando esa parte “técnica” de lado, encontré solo etiquetas: esquizofrénico, trastorno de ansiedad, depresión, ideación suicida, psicotico, retardo mental leve, epilepsia, ansiedad, esquizofrenia larga duración y más de lo mismo. Una bola de diagnósticos enredados, opuestos en la misma persona, con fechas dispares, inentendibles, certificados de discapacidad etc. Sinceramente, no me resulto para nada llamativo, ni tuvo el peso que creí que podría llegar a tener, saber el “diagnostico” de cada uno. Cuando cerré las carpetas y volví a molineros, para mi ellos seguían siendo Tere, Iván y demás…como si nunca hubiese leído todo eso. Lo único que me quedo más grabado o me intereso leer, fueron las historias familiares, situaciones actuales, parejas, digamos más lo referido a lo vincular y a que sustento social pueden tener afuera en caso de ser externados, en que contexto estarían “insertos” desde lo más micro, a lo más macro que seria la sociedad. Y claro que si, me llamo la atención un caso donde había un juez penal de por medio y situaciones bastante extremas y complicadas.
Aprovechamos también para hablar con Sergio, quien nos comento los requisitos para ser parte de los talleres de prealta, Sergio nos comento que tienen que estar compensados, y que es él quien registra todos estos puntos en las entrevistas individuales que realiza, con los pacientes de cada servicio o consultorios externos, que quiere formar parte. Según leí en los contratos de cada uno de los talleristas, el servicio de prealta depende del departamento de rehabilitación, que supongo dependerá directamente del Borda. Si me detuve a leer esta especie de “contrato” donde dice que los talleristas deben permanecer de 9 a 12 hrs. (no recuerdo bien si era 12 o 13) y algunas cosas, que evidentemente en la practica, no se cumplen.
Luego, volvimos a molineros a hacer lo mismo de siempre. Cortar y deshilachar, deshilachar y cortar. Alejandro hacia papel todo el tiempo, mientras Iván intentaba cortar pero se colgaba constantemente, Tere charlaba con Romi y conmigo, y Dora permanecía en su escritorio a un costado leyendo el libro de pedidos, comentando algunas cuestiones. Justo a mi lado estaba la batidora de papel, que permaneció una hora trabajando, taladrándome la cabeza…en un momento me perdí totalmente de la situación, me abstraje y de alguna manera un tanto inexplicable en palabras, me fusione con el entorno, con el hospital, con la situación. Fue extraño y cuando me sentí incomoda, entonces me cambie de lugar, me aleje de la maquina y me acerque a Tere y Romi que estaban charlando y por el ruido, yo no podía participar ni escuchar nada porque estaba en el otro rincón de la mesa
Respecto de Iván, sinceramente lo note muy desmejorado. No estaba muy bien de cara, prácticamente no hablo y se la paso haciendo movimientos “poco usuales” y ruidos guturales. Después salio a fumar con Alejandro al pasillo y seguía solo, haciendo movimientos circulares, ya sea con la cabeza o el cuerpo y teniendo actitudes que en otro momento no he notado en el. Se quedaron fumando un largo rato afuera, Dora nunca les dijo nada, después Alejandro entro para seguir trabajando e Iván se fue.
Le preguntamos a Dora por Marcelo y dijo “Viene cuando quiere” y también por otros profesionales nos enteramos que en realidad no quiere venir, si no que más bien lo hace por otras cuestiones que no viene al caso comentar pero que en realidad si puede faltar, mejor. Y respecto de Carlos, nos dijo que tenia medico (todas las veces que fuimos sucedió lo mismo). También Romi le pregunto cual era el cargo de ella a lo que Dora respondió, que es psicóloga social y además acompañante terapéutico y que trabaja hace 9 años en molineros, desde que se creo. Después llego Claudia, que es psicóloga y se sentó en la mesa a charlar con Tere, Romi y yo y la verdad es que nos divertimos mucho ¡Cuatro mujeres en una mesa siempre es producente! Charlamos de los hospitales, de la carrera, Claudia nos conto muchisimas cosas de toda su experiencia, después terminamos hablando de poesía, hombres, historia y nos fuimos por las ramas, mientras claro, deshacíamos el hilo. Tere nos dio para leer sus poesías, nos hablo mucho de la radio donde esta, de su vida y una frase me quedo tatuada en la mente “YO SIN LIBERTAD ME MUERO, ME MUERO” repetía, gesticulando exageradamente como suele hacer con carcajadas cómplices y contagiosas. La verdad que una frase así, dentro del Borda, pesa el triple.
Finalmente Iván iba y venia, decía que no quería estar más acá porque se aburre, que Marcelo también se aburre…y medio “en chiste” Dora, Claudia y Tere le decían “Sos malo, nos dejas y te vas, ya vas a volver” y una serie de cuestiones que me llamaron la atención, aunque claro, Iván se reía, no reacciono mal en ningún momento. Tere decía que todos se van “Che al final nos dejan solas” se quejaba.
Ya habíamos hecho dos cajas enteras de hilo, entre chistes y charla, mientras Dora cortaba pétalos que Tere trajo donados por oyentes de su radio. Llego la ansiada hora de la comida, hoy cocinaba el Lic. Sergio, fideos con pesto y todos estaban muy movilizados. Fuimos a ayudar al comedor, las chicas rayaron queso, otras picamos nueces, preparamos los fideos y las mesas. Fuimos preguntando por cada taller, quienes se iban a quedar y finalmente al rato cuando ya estaban todos sentamos comenzamos a servir. Además de algunos pacientes, estaba Dora, Tere, Sergio, la cocinera y nosotros cinco, los pasantes. La comida salio riquísima, todos la disfrutamos mucho compartiendo un lindo momento en el comedor. Ademas, se genero un espacio de confianza y humor muy divertido, con una frase que se uso cada cinco minutos que trajo Tere: “Te lo dejo flotando” y todos nos reíamos. Ante cualquier pregunta o situación aparecía esa frase.
Erica llevo la cámara, nos sacamos fotos, cocinando, comiendo, con pacientes, profesionales y entre nosotros. El clima era de mucha armonía y respeto, de alguna manera me dio mucha alegría y esperanza poder sentarme y compartir esto con ellos, con todos, sin diferencias. Todos sentados en el mismo lugar, todos comiendo lo mismo, digo…sin jerarquías de ningún estilo, al menos no, explícitamente como suele pasar en otros espacios o dispositivos.
Luego levantamos las mesas, limpiamos, lavamos los platos y dejamos todo el comedor limpio antes de despedirnos. Todos nos agradecieron mucho y parecían contentos y satisfechos. Iván nunca llego.
Fue una hermosa jornada, un día muy ambiguo y fluctuante subjetivamente hablando.
Cuando llegue y me entere que Iván se iba, que Carlos nunca puede, que Marcelo no viene casi nunca y que solamente Alejandro trabaja me genero una sensación medio de angustia y desesperanza. Con el correr de la mañana, sumada a la ausencia de Ana y prácticamente también la “ausencia” de Dora esta sensación se acrecentó. Pero luego, con todo el tema de la comida y la emoción por ser los encargados y demás, hubo en mi un recambio energético positivo, volví a pisar la calle con las mismas certezas de siempre intentando no ser extremista y comprender que hay días mejores y peores, solo eso.
Me parece interesante proponer algún tipo de motivación en molineros, porque no es casual que tantos no vengan, o pongan excusas o abandonen el trabajo. Creo que hay una cosa un poco densa, chiclosa, de hacer siempre lo mismo, una rutina marcada, con pocas posibilidades de cambio o autonomía. A lo mejor, siento yo desde mi lugar, que el cambio viene por ahí; debería plantearse otro tipo de dinámica, de división de tareas, incluso dentro del personal mismo creo que hay mucho para modificar, porque hay algo que esta haciendo ruido y creo que es necesario escucharlo.

Los sordos piensan que los que danzan están locos…

N.P. S
30/10/09

jueves, 29 de octubre de 2009

Infierno en el Borda


DENUNCIAS DE “MALTRATO” Y “HUMILLACION” EN EL NEUROPSIQUIATRICO PORTEÑO


Infierno en el Borda


Al referirse a la situación del Hospital Borda, los autores advierten que los pacientes pueden pasar “horas y horas bajo contención”, atados, sin ser atendidos; afirman que existe una especie de “shopping, donde los profesionales eligen para que no les metan un paciente problemático”, y señalan el “aprendizaje vivencial” que el paciente efectúa “cuando un enfermero lo levanta a los gritos para insultarlo”.



“La admisión es un infierno”, se escucha frecuentemente entre los pacientes. Y sí, arde, quema, arrasa como el fuego con la subjetividad del paciente y lo somete a una nueva cultura: la manicomial. Un paciente ingresa en la guardia del Hospital Borda. Es probable que haya ingresado por los poco precisos diagnósticos de “descompensación psicótica”, “alcoholismo crónico”, “ideación suicida”, entre otros. Esta persona llega, en el mejor de los casos con una familia contenedora, o, en el peor de los casos, en un móvil policial, con personas que no están preparadas para lidiar con estas crisis, y no sería raro que haya recibido alguna golpiza. El paciente es llevado a la guardia, donde se realiza la entrevista psiquiátrica; en muchas ocasiones, la bienvenida es un medicamento inyectable. A partir de ahí es derivado al servicio de admisión: servicio de arrasamiento subjetivo por excelencia. Al llegar a la admisión, se le retiran las pertenencias, que van a parar al depósito hospitalario; no se le permite ver a los familiares, que a esta altura están angustiados, perplejos y con miedo de dejar a su ser querido en este lugar. Estos familiares, en la mayoría de los casos, no reciben contención verbal. Se pueden escuchar diálogos donde el familiar dice: “... Bueno, le dejo una toalla, un cepillo de dientes, algo para que se higienice”, en un intento de mantener hábitos que el paciente venía sosteniendo. “Sí”, se le responde, pero, a poco de ingresar, sus pertenencias desaparecen.Eran las pertenencias que lo ligaban con su cotidianidad. A largo plazo desaparecerán también los hábitos adquiridos, en un proceso de desculturización. Los referentes identificatorios se van esfumando: corte de pelo compulsivo, ropa que no elige; no hay espejos ni relojes, puede pasar días sin mirarse y sin saber día y hora. Así se abre paso una nueva enfermedad: la enfermedad institucional.A veces se aplica la contención física, método que anula por completo el decir del sujeto. Si bien en algunos casos puede ser necesaria para que no se lastime, pueden pasar horas y horas bajo “contención” –si tiene la mala suerte de ingresar un fin de semana– sin que nadie le pregunte sobre su padecer. Es usual escuchar gritos, dada la violentación institucional que sufren estos pacientes, lo cual lleva a más medicación. Todo esto sucede mientras los enfermeros, en ocasiones, juegan al truco al lado de la sala de contención.Si uno ingresa en el servicio, puede ver expresiones de perplejidad en los rostros de los pacientes; confusión, miedo, mientras deambulan en círculo en un espacio enloquecedor. Condiciones estas que llevaron a un paciente, a causa de su delirio, a calmar el sufrimiento del compañero que, “contenido”, gritaba, asfixiándolo con una almohada hasta matarlo. Este paciente fue judicializado. Pacientes muertos, llevados en tablones por otros compañeros, se ven por el hospital, tapados con una frazada rota, tratando de que no se caiga; partes de este cuerpo que estuvo muerto para muchos, antes de la muerte física, cuelgan del tablón. Y bueno, total, como escuchamos decir por televisión al director del hospital, “siempre se muere algún paciente”. Desde la más alta jerarquía del hospital quedan naturalizadas las prácticas más aberrantes.El servicio de admisión, por ser un lugar cerrado, también es usado como servicio de castigo. La frase “el que se porta mal va a ir a parar a admisión” es de uso común. En la misma admisión se ha escuchado: “Si seguís jodiendo te doy electroshock”. Y por si esto fuera poco, esta crónica delirante sigue.Si se decide que el paciente pase al interior del hospital, el siguiente paso en el arrasamiento subjetivo es el shopping de pacientes. Sí, en el Borda también hay shopping. En lugar de productos, se eligen personas. Para el profesional, lo mejor es conocer a alguien en admisión, para que no le metan “un caño”: un paciente problemático, ya sea por su situación legal, sus conductas o sus pocas posibilidades de externación, que baja el promedio del giro-cama. Es frecuente escuchar frases como: “Yo soy amigo, así que me da algo bueno, un psicótico tranquilo, con familia”. También son comunes los intercambios de mercancías, del estilo de: “Me llevo dos psicóticos y te dejo un adicto”. O se puede escuchar: “Esperame hasta mañana que tengo uno bueno pero le falta”.Luego de ser elegido para un servicio, de las características de éste dependerá en gran medida la duración de su internación. Una internación puede durar un mes o varios años. En primer término, se le realizará una nueva entrevista de admisión. Esta debería ser interdisciplinaria, pero la gran mayoría son realizadas exclusivamente por psiquiatras. Cualquier persona con cierto sentido común supondría que se realiza en un consultorio cerrado, con una cierta intimidad y contención, donde el paciente pueda contar, nada más ni nada menos, qué lo trae por el hospital, relato generalmente cargado de angustia, confusión, bronca, enojo, depresión y otros sentires. Sumado a la crisis que llevó al paciente a ser internado, son esperables cierto temor y confusión sobre cómo será la internación, con toda la representación social alrededor de lo que es un manicomio, en este caso el Borda. Lo más lógico sería explicarle al paciente en qué servicio está, cómo va a ser su tratamiento, con qué actividades cuenta el servicio, mostrarle su cama y las instalaciones, presentarle a sus compañeros, asignarle un tutor que lo acompañe en los primeros días, explicarle las reglas de convivencia y demás cuestiones.Pero la entrevista es generalmente un interrogatorio cuasi-policial plagado de preguntas, a veces de tal forma que la siguiente pregunta se superpone a la respuesta del paciente a la pregunta previa. En la entrevista puede haber hasta cinco psiquiatras, de estricto guardapolvo blanco, con una mesa de por medio, enfrentados –en los múltiples significados de la palabra– al paciente. Por supuesto que los entrevistadores se reservan el derecho de atender su teléfono celular y hablar a los gritos por sobre el discurso del paciente, discutir la medicación de otra persona, interrumpir, levantarse y salir del consultorio. A su vez, cualquier profesional del servicio tiene derecho a entrar y salir del consultorio u office donde se esté haciendo la entrevista. El paciente no recibirá ningún tipo de explicación sobre su situación ni sobre su internación, excepto cuando se trate de un paciente internado bajo juzgado penal, al que se le advierte que tiene prohibido salir del hospital. Las preguntas sobre los síntomas no suelen realizarse con la mayor sutileza:–¿Y escuchás voces?–No.–¿Seguro?–Sí.–¿Y pensás que alguien te persigue?–No.–Bueno, no te escapes, eh.Cuando el paciente crea que el suplicio de la entrevista de admisión finalmente terminó, se llevará la sorpresa de que puede repetirse ad aeternum, según el interés o dudas que su caso genere en los psiquiatras. Un mismo paciente puede tener hasta seis o siete entrevistas de admisión: un zoológico donde lo visitan estudiantes de diferentes carreras en diferentes universidades, arrasando su intimidad. Ya está instalado el poder psiquiátrico, ya está a merced de quien tiene en sus manos la decisión más importante para él: cuándo puede irse de este infierno. Es por esto que nunca se niegan a estos interrogatorios. Franco Basaglia lo explica muy claramente cuando dice: “En los manicomios cerrados el enfermo pregunta ‘¿Cuándo vuelvo a casa?’ y el médico responde: ‘Mañana’. Esta es la respuesta que quien tiene poder da siempre al oprimido” (La condena de ser loco y pobre. Alternativas al manicomio, Ed. Topía, Bs. As., 2008; Página/12 publicó un fragmento hace dos jueves).Cuando salga de la entrevista deberá apelar a la solidaridad de algún compañero, de los que por suerte nunca faltan, que le cuente medianamente algunas mínimas cuestiones del servicio. Para conocer las reglas implícitas del mismo, siempre estará la irremplazable experiencia del aprendizaje vivencial: cuando un enfermero lo levante a los gritos para insultarlo por cambiarse de cama o porque no se levantó para tomar la medicación o porque no se bañó. Otro ingrediente de las lógicas manicomiales: la infantilización del paciente, en el marco del maltrato y la humillación.


Por Verónica Hollmann * y Juan Pedro Iribarne **

* Psicóloga.

** Estudiante de Psicología en la UBA.


El texto es parte de un artículo que aparecerá en el próximo número de la revista Topía.


“Ya no soy / de aquí: apenas me siento una memoria / de paso. Mi confianza se apoya en el profundo desprecio / por este mundo desgraciado. Le daré / la vida para que nada siga como está” Solicitada, de Paco Urondo.

viernes, 16 de octubre de 2009

Crónicas artesanales III

Viernes 16 de Octubre de 2009

Hoy arranco el día temprano y enérgico. El ascensor no andaba, por lo cual tuve que subir los cuatro pisos por escalera. Como subía sola y despacio, me detuve a leer las paredes, los comentarios hechos por los internos supongo, y observar también los dibujos. Me quede sorprendida y sumamente interesada con algunos.
Cuando llegue a molineros, ni Carlos, ni Iván estaban presentes pero dos talleristas que aun no conocíamos se sumaron. Alejandro y Marcelo. Empezamos cortando papel con la cortadora, lo cual nos llevo un buen rato hasta que le tomamos bien la mano y las medidas exactas. Estaban también, Tere, Dora la psicóloga social y en algunos momentos Alejandra, pasante de medicina. Más tarde Carlos se fue a comprar flores con Claudia, Tere hilo sedal e Iván tenia dolor de panza y por eso no había podido venir.
Luego concurrí a la oficina con Ana para hacer varias tarjetas, que estuve confeccionando con Alfonso porque Ana estaba con varias ocupaciones. Iba y venia de la oficina de Alfonso a la de Sergio: tijera, regla, hojas ¿Así te parece? ¿Dónde esta Ana? ¿La corto? ¿Imprimo? Si bien me siento cada vez más segura y con cierta autonomía, nunca dejo de consultar o preguntar antes de hacer algo. Luego que termine todos los pedidos en la oficina, volví a molineros y estuvimos con las tareas de siempre; desarmar hilo, ordenar un poco, separar papeles. De repente Ana entro con mucha energía y revoluciono el lugar. Empezamos a cambiar los muebles, correrlos de lugar, limpiar, sacar, tirar, subir cosas con la escalera…nadie entendía mucho nada y ella comento que quería poner una vacha más y necesitábamos hacer espacio. Además, sinceramente, había muchas cosas para tirar y descartar. Barrimos, pasamos el trapo y ordenamos bastante. Llevábamos al comedor lo que era para tirar. Dora les decía a Marcelo y Alejandro, que ayuden, que hagan algo, que se muevan. Alejandro parece tímido, un tanto lento y muy callado. Marcelo habla más y sale a fumar a cada rato. Claudia les pregunto si tenían permiso para salir, pero ambos dijeron que no (para ir a comprar flores con ella). También Tere colaboro con la limpieza y el orden, como siempre simpática bien predispuesta. La jornada término cuando llenamos tres cajas de hilo, ordenamos los últimos detalles y dejamos todo limpio para el lunes. Se fueron todos a almorzar al comedor, Ana se había ido antes, por lo cual nos juntamos con nuestros compañeros que están en biblioteca y charlamos mientras bajábamos por la escalera (porque el ascensor aun no andaba) y luego seguimos comentando cuestiones del día, en la puerta. Allí nos intercepto Pajarito, un interno o externado ya aun no lo sé, que yo conocía de cuando iba a la Colifata. Hablo muy rápido de temas referidos a la plata y el juego y finalmente acoto que si no nos aumentaban el sueldo, el no nos dirigía más la palabra. Cruzo y se fue, alejándose del hospital y de nosotros. Me sorprendió verlo así, porque hace unos cinco años cuando yo lo conocí, estaba externado y en mejores condiciones, aparentemente.
Quisiera recalcar que fue una mañana turbulenta, no en cuanto a molineros en si, pero si respecto de otras cuestiones que estuvieron pasando en el sector de prealta, de las cuales yo estuve al tanto por permanecer gran parte de la mañana en las oficinas. El ascensor no anduvo nunca y eso fue todo un tema. Los talleristas de bolsas de polietileno tenían que subir cosas pesadas, que subían, que no, como, cuantos. Y otras cuestiones que no vienen al caso, pero que en algún punto tenían que ver con este problema del movimiento y demás.
Cuando estaba en la oficina con Sergio cortando tarjetas de casamiento, en chiste el acoto “¿Viste? Estudiaste psicología para esto, para terminar cortando tarjetas ¿¡Quien lo iba a imaginar!?”. Yo me reí cómplice y seguimos trabajando, pero me parece un punto para reflexionar, no tanto desde su postura que claramente fue en chiste, pero si desde mi postura en este emprendimiento, el rol que ocupamos como pasantes, estudiantes. Que nos correspondería hacer, que no, porque y como. Y como se relacionan de alguna manera, nuestra profesión con estas cuestiones más bien prácticas y artísticas, y sobre todo artesanales en este caso.
El arte sano lo cura. Que extrañas paradojas esconden las palabras.

N.P.S

viernes, 9 de octubre de 2009

Crónicas artesanales II

Viernes 9 de octubre de 2009

Hoy llegue a las nueve al hospital y Romi mi compañera, también. Esperamos a Ana y los demás en el hall, más de veinte minutos, mientras saludábamos y hablábamos con talleristas e internos que transitaban el 4º piso. Adrián, un interno, nos llevo a conocer en el 3º piso el centro cultural de Arteterapia. Un lugar hermosísimo, lleno de cuadros, pinturas y Arte desparramado por donde miraba. Placares, sillas, paredes, todo decorado. Una belleza. También pasamos por el servicio de internación femenino, entre otras cosas. Luego llego Ana, Tere abrí molineros y así empezó la jornada. Uno de los talleristas había salido con Dora, la psicóloga social, a conseguir el certificado de incapacidad por lo cual estaban ausentes. Alejandro estaba enfermo e Iván y Marcelo, faltaron sin previo aviso y no los encontraros en sus servicios tampoco. Por lo cual en molineros solo estábamos Tere, Romi y yo. Comenzamos deshilachando el hilo. Cortar, desarmar, desarmar, cortar. Después fui a la oficina con Ana, prepare dos tarjetas en la computadora. Una para un enfermero y otra para una reikista e imprimí varias hojas, que después cortamos con Romi para agilizar los pedidos. También vino un cliente para verificar el papel y las tarjetas de 15 para su hija. En ese momento Ana estaba ocupada, por ende yo atendí como pude al señor pero realmente todo fue más sencillo de lo que creía y me sentí muy cómoda.
La mañana estuvo rara, molineros ausente. No había venido nadie, una deserción total. Tere no dejaba de quejarse de la irresponsabilidad del resto. Mientras cortábamos el hilo, charlamos con ella de varias cuestiones de su vida, de su pasado, su esposo, sus padres y anécdotas muy graciosas que nos hicieron reír. También en algunos momentos participo Alejandra, una residente de medicina.
Finalizo la jornada y nos juntamos los cinco pasantes en una oficina a charlar sobre lo acontecido. Luego llego Ana y este fue el punto más interesante de la mañana. Rápidamente nos comento algunas cuestiones del orden de lo simbólico y también de cómo la realidad se impone constantemente para “los de afuera, los de adentro y los del medio”. Ella hacia referencia a que los talleristas de molineros tienen un contrato, y cobran por el trabajo que hacen y que no pueden faltar porque si, sin justificación y aviso por que “les duele la cabeza o están deprimidos”. Esto es un trabajo y hay una demanda real de un cliente que pide tanta cantidades de tarjetas o papel y lo que sucede es que se acumulan los pedidos si no hay nadie que este haciendo el papel, para que otro grupo pueda imprimir, cortar y terminar la entrega. Y también charlamos acerca de otras cuestiones más referidas al ámbito de la biblioteca, pero no menos interesantes. Cuestiones que parecen de sentido común y obvias y que sin embargo, en la práctica no responden a esos parámetros. Fue una linda jornada, me fui sintiendo más cómoda y mucho más segura con todo, respecto de cómo manejarme, que hacer o dejar de hacer.

Dos cuestiones nimias, o no, me quedaron dando vueltas. Por un lado, la psicóloga social justo cuando nos íbamos llego con Carlos de hacer el trámite. Todo había salido bien y quiso guardar el certificado en la carpeta que pertenecía a Carlos dentro de los historiales. Entonces pregunto: ¿Vos sos Carlos Pérez, no? Y Ana, que estaba ahí respondió “No, es el Carlos xxx”. Me llamo la atención que ella que es parte del equipo de molineros y que además es acompañante terapéutica de Carlos, no sepa ni siquiera su apellido. Por otro lado, cuando estábamos por cerrar molineros una profesional que esta a veces por el piso, Claudia, que no se bien aun cual es su cargo, hablaba con Tere. Ella le pregunto como estaba afuera y Claudia respondió: “Afuera esta lindo, hay sol. No es como acá adentro que siempre hace frío”. Una frase de lo más común y natural, todos los que estamos “ahí” sabemos que el hospital es muy frío. Lo que me quedo resonando fue “Adentro, afuera” “lindo, feo” “calor, frío” “acá, allá”.
Las diferencias y los limites, como si fueran dos mundos limítrofes.
De hecho, a veces, parecen serlo…aunque no sea más que una realidad impuesta.

N.P.S

jueves, 8 de octubre de 2009

Crónicas artesanales I

Crónicas artesanales I

Viernes 2 de septiembre de 2009

Hoy comencé la pasantia en el hospital Borda, en el servicio de prealta dentro del emprendimiento “Molineros del Borda”. Antes de comenzar, mis tres compañeras y yo tuvimos una charla con Ana en el aula del 4º piso sobre diferentes temas que abordaban la dinámica del servicio, actividades a realizar, horarios, etc. Ana nos presento a todo el equipo de molineros, donde trabaja una psicóloga social, Dora, y a tres talleristas Tere, Iván y Carlos. Cuando Ana se retiro, Carlos comenzó a explicarme como hacían el papel, paso por paso. Ellos hablaban de otros dos talleristas, que no pudieron venir por descompensaciones. Luego me senté en la mesa con Tere, Iván y Romina, mi compañera de práctica, a desarmar hilo para el papel y ayudar con algunas tareas. También fui a la oficina con Ana para ayudarla a imprimir unas tarjetas que encargo una profesora de Yoga, corroboramos datos, imprimí y recorte 100 tarjetas junto con Romina, mientras escuchábamos curiosas las cómicas peleas entre Tere e Iván.
Tere es una mujer muy divertida y eléctrica, Iván es muy relajado y todo el día controla lo que ella hace o deja de hacer, y la reta “simpáticamente” y desde ahí se genera este juego de peleas cómicas. Carlos no podía hablar muy bien, por una complicación que tiene en la boca, según escuche cuando hablaba con Dora, por causa de una medicación. Comento que se esta haciendo tratar con los odontólogos del hospital.
En cuanto al trabajo artesanal que realizan, me parece maravilloso, de una delicadeza hermosa. Me sorprendió todos los modelos, colores y matices que hay de papeles. Realmente todos nos han recibido muy bien y me hicieron sentir muy cómoda y en confianza desde el principio. Así transcurrió la mañana, yendo de la oficina a molineros, recorriendo un poco el 4º piso, cruzándome con caras conocidas de otras épocas. Por momentos me sentía rara, ajena, caminando por esos largos pasillos pero a medida que fue transcurriendo la mañana de alguna manera, uno va “apropiándose” positivamente del lugar. Y supongo que esto se ira transformando más aun, con el tiempo.
Me gusta lo que hacen, lo que hacemos, lo que se logra en cada nuevo paso, me quede muy conforme en ese sentido.
Finalmente, Tere limpio el piso y acomodo los últimos detalles, mientras Carlos e Iván fumaban en el pasillo antes de ir a almorzar al comedor del mismo piso, a las doce del mediodía. Nos despedimos y luego, nos reunimos con las otras dos compañeras que están en biblioteca. Charlamos acerca de la experiencia, de cómo nos sentimos y ellas nos regalaron 4 libros a cada una que sobraban en biblioteca de una donación masiva. Cuatro tomos de una colección de psicología social de la década del 60, coordinados por Pichón, Ulloa y toda esa maravillosa línea de profesionales, lo cual me alegro mucho. Finalmente saludamos a Ana y a otros profesionales de otros equipos y nos fuimos.
Nuestra jornada había terminado, aunque esto recién empieza.
Me fui entusiasmada, llena de algo difícil de explicar. Curiosa, reflexiva, alegre.
Y cuando esperaba el 100 miraba el hospital, ese bloque gigante de cemento oxidado con persianas a punto de caerse, soñando que alguna vez las altas rejas, se diluyan por fin.

N.P.S

jueves, 1 de octubre de 2009

Crónicas rehabilitadas

25 de septiembre de 2009

Hoy participamos del décimo aniversario del programa de rehabilitación y externación asistida (PREA) del hospital Esteves. La jornada se realizo en Temperley en el centro de día “Libremente”. El lugar era lindo, armonioso y las charlas se dieron en un patio trasero con un pequeño parque. Comenzó hablando el director del hospital, el Dr. Julio Ainstein comentando como se fue dando el proyecto y haciendo hincapié en la recuperación de derechos, en la transformación institucional y en la dignidad de los sujetos. Focalizo su interés en evitar internaciones innecesarias, que estas sean más breves, que haya más recursos y mayor disponibilidad de camas. Resalto también, la importancia del sector de enfermería, a quienes todos les brindamos un aplauso. Luego, el Dr. Juan Carlos Stagnaro (Presidente APSA) retomo la cuestión de la recuperación de derechos ciudadanos y la reinserción social. “El clásico hospital psiquiátrico, no tiene razón de ser, pero de alguna manera se siguen sosteniendo” exclamo. Comento que el término “crónico” que es tomado de la medicina, debería reeverse en psiquiatría. Y en cuanto a esto hablo de la base biológica de los pacientes que no muestras deterioros progresivos y que hay pacientes que no producen recaídas. Resalto la importancia del apoyo psicosocial, como complemento biológico y la resiliencia. Después marco una diferencia entre la remisión y la rehabilitación y en cuanto a la medicación, dijo que sirve para algunos síntomas pero que no le pidamos más de lo que pueden dar. Como critica dijo que desde afuera se conoce poco esta experiencia y propuso que la difundamos más. Realmente me sorprendió el discurso de Stagnaro porque es psiquiatra y en mi imaginario, los psiquiatras son médicos que sobremedican y que están lejos de asumir sus errores, sus fallas en la práctica y otras tantas cuestiones más. Sin embargo, cada vez son más los psiquiatras que conozco que promulgan este tipo de practicas desmanicomializadoras y eso es un gran alivio. Prosiguió la charla, el Dr. Carlos Dinano (Director de la Unidad Coordinadora de Salud Mental de la Nación) quien resalto la tarea comunitaria como un punto importante y también la necesidad de difundir este tipo de emprendimientos. (En este momento le cedí mi asiento a una mujer y por lo tanto deje de anotar y perdí un poco el hilo de la crónica por eso no recuerdo puntualmente lo que Dinano comento). Tomo la palabra Jorge Pellegrini, Doctor en Psiquiatría, quien es además vicegobernador de la Provincia de San Luis y fue galardonado a nivel mundial por sus trabajos en inclusión para enfermos. El discurso de Jorge fue realmente impecable y maravilloso, para aplaudirlo de pie. Muy reflexivo, muy sensible y a la vez muy realista y frontal. Supongo que había escuchado hablar de él, pero no lo conocía personalmente y sinceramente me intereso muchísimo y en algún punto me hizo acordar a Alfredo Moffat, una persona que es un modelo para mí. Explicar el discurso de Jorge me parece imposible, pero es un claro defensor de los derechos humanos y de la recuperación de los mismos, de la integración social y el trabajo comunitario. Incluso nombro a Pichon Riviere, como “El Padre” de este tipo de emprendimientos.
Después prosiguió la charla el Dr. Marcelo Brisuela (Juez de Lomas de Zamora) con un discurso muy útil y también conciente respecto de las prácticas que se realizan. Lógicamente, el se aboco más al marco legal e hizo hincapié en lo importante que es que él trabajo en Lomas de Zamora y no en otro lugar por todo lo que se aprende en lugares con las características que este tiene. Concluyeron la charla la Lic. Roxana Amendolaro (CELS) y el Lic. Jorge Rossetto (Director de la Colonia Montes de Oca), quienes comentaron que tipo de prácticas ejercen ellos en articulación con las prácticas desmanicomiales. Finalmente se hizo un pequeño receso y en este momento, toda la comisión junto a Estefi y Laura, nos juntamos para comentar algunos puntos de la visita y nos retiramos cerca de las 13 hr, por una cuestión de horarios y sobre todo porque el P.R.E.A nos quedaba muy lejos a todos y teníamos otras responsabilidades que atender. Lo que se iba a presentar luego me pareció muy interesante: palabras de usuarias del programa y autoridades, entre otras charlas, pero lamentablemente no pude ser testigo de esa parte. De todas maneras me pareció muy rico todo el material que escuchamos, lo que uno aprende de alguna manera escuchando a profesionales tan involucrados en estas cuestiones y tan respetados, sobre todo. Cuando me “entere” de la existencia del P.R.E.A lo primero que se me vino a la cabeza fue el exitoso programa de televisión que hace unos años se daba por canal 13 “Locas de amor”. Un grupo de tres mujeres externadas que vivian en una casa de medio camino y eran visitadas por su psiquiatra determinadas veces a la semana. Yo, y creo que muchas personas más, enseguida lo unimos a eso. A una ficción que en es tomada de la realidad. Porque la realidad, siempre, supera la ficción.

N. P. S

sábado, 26 de septiembre de 2009

Crónicas externadas

23 de septiembre de 2009

Hoy participe de la décima jornada del pre-festival y congreso latinoamericano de artistas internados y externados de hospitales psiquiátricos, que se realizo en el centro cultural San Martin.
Comencé viendo la muestra permanente de plástica y fotografía, del frente de artistas del Borda y del equipo regional de salud mental número siete. Los cuadros me parecieron hermosos, la gran mayoría con colores muy vivos y alegres. Había pinturas simples y otras, muy complejas. Me llamo la atención el dibujo de una mujer, de un reloj con los números invertidos. La parte fotográfica me pareció excelente, tomas en blanco y negro, tanto del hospital Borda como de otros sitios e incluso personas. Debajo de cada fotografía había una frase o un pequeño texto, generalmente, todos muy profundos y algunos muy fuertes.

A las 18:00 hr. hubo una jornada de apertura a cargo de Alberto Sava, proseguida por la mesa debate sobre “Arte y desmanicomialización” a cargo de Sava, Silvia Maltz (de la radio FM Desate, del Moyano) y Ángel Rutigliano del ESAM. La charla fue muy interesante, se resumieron las reformas de Italia, Río Negro y algunas más y cada panelista contaba la experiencia de sus talleres. Yo ya había concurrido en varias oportunidades a conferencias y charlas de Alberto Sava, incluso tengo el libro del frente de artistas por lo cual en términos generales ya había escuchado todo lo que se comento. Si me resultaron novedosos e interesante, los aportes de Silvia sobre la radio del Moyano, de la cual no tenia prácticamente información. También Rutigliano leyó un texto llamado “El manicomio no es soluble en Arte” donde hizo hincapié en pensar las prácticas artísticas como dispositivos subjetivantes que puedan insertarse en lo social, transformando tanto lo interpersonal como lo intrapersonal. Tomo el tema de la figura del público como testigo, como semejante, que es quien le da sentido al artista. De esta manera, el público rompe con esta analogía del loco como segregado social. Todo esto me pareció muy interesante, pero yo aun doblaría la apuesta y cuestionaría preguntando ¿El manicomio no es soluble en Arte? Proponiendo ampliar el tema, donde el arte sea realmente una herramienta más dentro del dispositivo de desmanicomialización, que claro esta va acompañado de otros factores como las políticas en salud mental, el factor social, juridico, etc. Luego retomo Sava, hablando sobre el arte como herramienta para cuestionar la estructura manicomial. Manifestando “…que la palabra Borda no sea mala palabra (…) hacerla añicos, desmitificarla.” una abstracción que se me represento en imágenes muy concretas. Amplio el debate sobre el proceso creador y los efectos que produce el arte a nivel social, transformando el imaginario colectivo, como así también en lo individual promulgando recuperar las capacidades perdidas por los sujetos, gracias a la desubjetivación que el manicomio produce. Me pareció muy interesante la idea de que sale la persona del manicomio y junto con ella, sale el arte denunciando afuera lo que no se puede denunciar adentro. El arte como revolución, como la palabra en acción puesta en el afuera representando de alguna manera la conflictiva intramuros. Sava comentaba acerca de la posición interna intocable que ellos poseen, producida por medio de lo que ellos denuncian afuera, con firmeza e implicancia, manteniendo asi una constancia que les produce más fuerza y esta sensación de “posición intocable”. De que “nadie les puede hacer nada” porque ellos enseguida hablan, no dan lugar al silencio. Todo esto minimiza el miedo ¿A que? El miedo a la represión, al borramiento de su propia subjetividad, a la violación de derechos humanos, a la falta de libertad de expresión, etc, etc. Finalizo entonces la mesa debate, Silvia Maltz comentando el tema de la jefatura del hospital Moyano, de la época de la dictadura y que el silencio del Moyano se debe a que el miedo calo hondo y produjo este silencio y esta quietud que allí se respira.
A las 19:15 hr. comenzó una charla sobre FM desate a cargo de Maltz donde se proyecto un video sobre un micro debate acerca del cierre del hospital Moyano. Realmente fue muy interesante escuchar las opiniones de todas las internas, que muy bien informadas, tomaron posición frente a Macri hablando acerca de sus derechos y oponiéndose rotundamente al cierre del hospital. Por ejemplo una interna decía:“…me parece que Macri no esta bien de la cabeza para hacer una cosa asi, no puede dejar a la gente afuera y llevar a las pacientes a donde se le ocurre a él, quiere hacer un negocio con el hospital…” a lo que una compañera responde: “…yo opino lo mismo, jugar con la salud de esta manera me parece una cosa monstruosa…”. Creo que no hay nada más que agregar.
En el video se hacen escuchar muchisimas voces que tocan diversos temas; desde como las pacientes son tratadas como objetos hasta como los directivos mismos prohibían que las demás pacientes vieran este video para que no se “movilicen”. Luego del video la charla se mantuvo sobre el eje del Macrismo, de la lógica del encierro manicomial, de la ridícula idea de hacer “minibordas y minimoyanos” mientras que el sistema tutelar jurídico vigente sigue siendo un sistema de encierro que refuerza lo manicomial. Finalmente, escuchamos un audio donde las internas comentaban acerca de lo que la radio produce (como romper rutinas, cadenas, etc) y también comentando porque es FM DESATE: porque desate pega con debate, decían, y desatarse en algún punto es liberarse de su enfermedad y poder expresarse. También comentaron su relación con los oyentes y la creatividad, la expresión y la comunicación como esencia de los individuos.
Me llamo la atención que varias veces se comparo al manicomio con los campos de concentración o se nombro en varias oportunidades, la época de la dictadura. Incluso una interna del Moyano decía en el micro debate de la radio: “…si ni los militares pudieron cerrar el hospital, no lo va a cerrar Macri…”. Otra interna haciendo referencia a la radio como espacio de comunicación, decía que el silencio no es salud, lo cual es una reseña también a la época del proceso, en cuanto a la famosa frase de que el silencio era salud.

Por ultimo en la sala Enrique Muiño, se presento un numero de circo del frente de artistas del Borda llamado “El tiempo de la maquina”, el cual me pareció realmente muy bueno. Luego, se presento el taller de expresión corporal, también del frente de artistas, con una obra llamada “El despertar”. Realmente, esta puesta en escena me resulto excelente, profunda y para reflexionar realmente, y ponerse en el lugar del otro para poder tomar conciencia de un sin fin de cuestiones. La obra es prácticamente muda, varias internos vestidos de negro (ósea, talleristas que hacen de internos) caminan por el escenario con un caja llena de pastillas, haciendo ruido. Van apareciendo en escena tres médicos vestidos de blanco que gritan “Medicación” y ellos van tomando, hasta que en un momento se van quedando inmóviles, como desganados y tristes y es ahí cuando gritan “BASTA” y los médicos desaparecen. A partir de allí, con música clásica de fondo, cada uno se va despertando, va tomando conciencia de su propio cuerpo, de sus dimensiones, todo esto en base a la expresión corporal. Luego comienzan a mirarse, a reconocerse, a tocarse, abrazarse entre todos y asi termina la obra con una música increíble que produce piel de gallina, con un silencio ensordecedor y una tierna escena donde hombres y mujeres se abrazan y contienen entre si. Sinceramente, me emociono mucho y me pareció una manera muy sutil y a la vez muy cruda de mostrar una realidad que permanece velada. De contar cuales son los efectos colaterales o nocivos, si se quiere, que la medicación o el exceso de psicofármacos produce en estos sujetos que poseen los mismos derechos que cualquier mortal, aunque muchos opinen lo contrario.

Quisiera terminar con un pequeño texto que estaba debajo de una fotografía y que resume de alguna manera la sensación que muchos internos deben padecer dentro de los manicomios, entre rejas y sombras:
“Si la reja se esfuma…si las nubes bajan…si el sol sale más de una vez al día…y ya no tengo que comer más polenta…si las paredes se deforman y el afuera es el adentro…si la luz dibuja formas y junta graffitis en una lata…¿Sera que estoy soñando?”.
Yo creo que la vida es un sueño y que hay que despertarse, para hacerlo realidad.

N.P.S









Crónicas desbordadas

18 de septiembre de 2009

Hoy fuimos a conocer el hospital de noche, un servicio que se encuentra dentro del hospital Borda.
Hacia un par de años ya, que no pisaba el hospital. Atrás quedaron las tardes colifatas, cooperanza, las bolsas de cigarrillos y caramelos que les llevaba, Julio, Ever, Triniti y varios sujetos con los cuales compartía tardes enteras, en el parque.
Otra vez el Borda, un manojo de recuerdos salpicaron mi Alma y la locura cara a cara, sin velos que sortear. Ascensor, cuarto piso, un lugar nuevo. Ana y alguno de mis compañeros ya se encontraban en el aula. Estuvimos repasando y viendo los diferentes dispositivos y talleres, y luego una compañera y yo, fuimos con Ana a hacer la recorrida que los demás habían realizado en el primer encuentro, en el cual estuvimos ausentes.
Molineros del Borda y un simpático interno verborrágico y entusiasmado, explicándonos cada detalle. El Arte y el papel diluyéndose entre sus miradas curiosas y tristes, a veces desorbitadas, a veces contemplativas.
Ellos, nosotros, todos seres humanos en esencia y el Arte cicatrizando cada herida.
Allí se realiza un trabajo realmente artesanal y hermoso. Nos mostraron cada papel, colores, detalles, tarjetas, precios. Un emprendimiento muy interesante. Luego pasamos a conocer, la biblioteca que también funciona en el cuarto piso. Un espacio bastante reducido pero calido, un interno de cabellos blancos y sonrisa amable, leía el diario y otro era responsable del lugar. Me pareció genial que exista esta biblioteca, que ellos tengan esta posibilidad de acercarse a la lectura con todo lo que eso implica. El hombre que organizaba la biblioteca, realmente no recuerdo ahora su nombre, me llamo la atención, si vale el término. Me despertó compasión y una necesidad de hablarle. Lo sentí totalmente perdido, decaído, apenas podía responder algo y se lo notaba en un estado de abandono y aburrimiento, total. Nos miraba tímidamente, sin hacer contacto visual. Justamente, Ana le comento de pasar a otros talleres más activos, para que se entusiasme más. Si bien, él afirmaba con la cabeza, en voz baja reclamo “Igual deciden ellos” como dejando ver que dentro del hospital parece que no tienen demasiada autonomía, o al menos él, lo percibe así. Por ultimo, conocimos el taller de bolsas de polietileno, también ubicado en el cuarto piso. Había allí cuatro internos, de los cuales uno ya tenia el alta hacia un tiempo y acotaba risueño “Que quería volver” y cuando me fui aprovecho para guiñarme el ojo. Mientras Ana hablaba del lugar, este hombre acoto cosas como que era un “pabellón” y que parecía “una cárcel”. Otro de los trabajadores, se atiende por consultorios externos y los dos que estaban haciendo el balance y las cuentas, estaban próximos a salir de alta. (Uno de ellos viajo horas más tarde, en el 100 conmigo). Finalmente, Ana nos llevo a conocer el comedor, que me resulto muy familiar y bastante alegre.

Después, fuimos todos a conocer el hospital de noche ubicado en el edifico que ha sido reciclado, que se encuentra cruzando el edificio antiguo y parte de parque. Sinceramente, el contraste entre el “nuevo” y “el viejo” es sorprendente. Mientras el viejo se cae a pedazos, en el nuevo brillan las ventanas. Un cambio abismal de energía, cambia el olor, la luz, el espacio. Yo conocía esa parte antes de que la refaccionen y era realmente deprimente. Y desde ese entonces, no iba, así que el cambio fue muy grande cuando lo vi por primera vez.
Subimos y recorrimos huellas, un emprendimiento de carpintería donde se trabaja con sillas, muebles y objetos a refaccionar. Un espacio hermoso, amplio con un agradable aroma a madera y barniz, muy cautivante. Los trabajos realizados son maravillosos; remodelar, recrear, salvar lo viejo, volver a darle vida a algo que para otros, no valía la pena. Reformar, eso resonó en mí, toda la mañana. Transformar.
Luego de recorrer algunos lugares del edificio, finalmente a las once comenzó la charla con la jefa de hospital de noche, Maria Teresa Quartino que es licenciada en sociología y Silvia Molina, licenciada en psicología, quien forma parte del equipo. Realmente todos quedamos muy entusiasmados por la propuesta, por el tipo de dispositivo sobre el cual se trabaja, por la historia que contó Maria Teresa de cómo se fue armando este emprendimiento que ya tiene 15 años. Por otra parte, fue también fue muy interesante escuchar como los propios profesionales del hospital y los gremios, discriminaron a M. Teresa por ser socióloga pensando que en dos semanas, iba a devolver la llave. (Justamente antes de esta charla, estuvimos con Ana charlando afuera sobre las diferentes hegemonias) Y ver ahora todo lo que lograron en estos años, caminar por ese lugar donde se respira vida, que es blanco, amplio, con un jardín muy lindo, un espacio que no parecería pertenecer al Borda, ni a un hospital publico. Si uno lee o escucha de un dispositivo de rehabilitación con estas características, a lo mejor se puede pensar que es muy idealista, utópico, que es un “imposible” como bien M. Teresa comento que dicen muchas personas y profesionales. Sin embargo, existe, es real y esta en marcha dando excelentes resultados.
Después de la charla, Silvia nos llevo a recorrer los consultorios, baños, comedor, lavadero y las 12 plazas que posee el hospital de noche. Todo estaba muy limpio y ordenado. Aun estaban mudando algunas cosas. Por ultimo, entramos a la cocina. Un espacio digno, limpio, amplio, con mesada de mármol, heladera, cocina. Cinco residentes estaban allí, cocinando albóndigas para el almuerzo. La imagen fue extraña, al menos en mi experiencia anterior en el Borda o en otros neuropsiquiatricos nunca observe “pacientes” tan autónomos e independientes y es realmente emocionante, si se quiere, observarlos de esta manera, siendo parte de la acción misma.
Para ir cerrando, mi opinión personal sobre el lugar es muy buena. Claro que uno debería ser parte de algún taller, de las reuniones de equipo y demás para poder opinar desde una posición más clara y real, de acción. Un lugar desde donde observar realmente los resultados. Pero al menos, por lo que pudimos conocer y por lo que nos contaron las profesionales, todo parecería estar funcionando muy efectivamente. Un emprendimiento muy motivador, dentro del área comunitaria, del que en algún momento me gustaría formar parte.
Luego de saludar y agradecer a M. Teresa, la licenciada Silvia Molina nos llevo hasta la puerta de Brandsen, que es por donde entran y salen los residentes con sus propias llaves (¡¡Aunque a muchos les parezca una locura!!!) y nos fuimos por ahí evitando salir por la puerta principal del hospital lo cual, claramente, genera una sensación diferente.
(Y enfrente el Moyano, otra historia, las mujeres y la locura que camina en camisón)


Volver al hospital, saltar los muros y soñar con derribarlos algún día, al menos simbólicamente.
Cruzarme a los mismos pacientes que hace años no veía, los mismos pedidos, la misma energía.
O no.
Un cigarrillo, una coca, el más confianzudo y el que te mira de reojo, tímidamente.
La desconfianza, la confianza desmedida y solo eso, seres humanos mirándonos unos a otros, para poder desde esa observación interpersonal, poder abordarla a ella, quien parece a veces poseer forma y color: La locura, oxidada por las paredes del desteñido, hospital Borda. Yo creo que se vería más linda si la pintáramos de colores y la dejáramos volar, en cambio de mantenerla prisionera, casi rehén ¿De que o de quien? ¿No?

Una utopía, claro, pero sin utopías ningún joven como yo podría sobrevivir en este mundo.

N.P.S

Crónicas sin techo

Viernes 11 de septiembre de 2009

Hoy fuimos a conocer ARTE SIN TECHO, una asociación civil que tiene como objetivo revincular a la gente en situación de calle, con las redes culturales, productivas o familiares. Se calcula que actualmente entre 4.000 y 5.000 personas viven es esta situación. La única manera que tiene el gobierno de responder a esta conflictiva es prestando un servicio de asistencia (Buenos Aires Presente) que es realmente insuficiente y que no produce ningún proceso de transformación sino que se focaliza en rellenar el vació del momento. Esto se lleva a cabo mediante un trabajo asistencia puntual, donde las patrullas llevan a la gente en situación de calle a pasar la noche en paradores o bien les ofrecen frazadas, nada más, luego estos sujetos quedan nuevamente en manos del destino.

En Arte sin techo, su directora Felicitas Luisi, nos comento los diferentes talleres que allí funcionan que son ocho en total, incluyendo los dos nuevos que están por abrirse en costanera Sur. También existe en el mismo espacio, el plan del día, eventos y actividades que son organizadas tanto por los directivos del lugar como por los talleristas.
Respecto de la función de los psicólogos en la asociación, cada persona en situación de calle que llega a Arte sin techo es asistida mediante terapia individual, generalmente de marco psicoanalista. También se realizan asambleas grupales, donde se debaten diferentes temas respecto de los talleres y situaciones que se dan allí mismo.
Si bien el objetivo es claro, en algún punto es confuso cuando uno escucha a Felicitas hablar. Ella es una mujer muy activa, con una presencia y una postura muy firme y avasallante. Mantuvimos un dialogo fluido y ella se manejo con un lenguaje muy coloquial y frontal, lo que a muchos llamo la atención. La confusión viene a cuenta de que por ejemplo, ella afirmaba que si las personas pueden salir de ahí un poco más felices o al menos pasaron un buen rato, entonces el objetivo esta cumplido. Si bien comprendo y apoyo esa postura, me parece que el objetivo de base es justamente que no vuelvan a la calle, digamos poder revincularlos socialmente para que no sigan padeciendo la situación de calle. Por lo tanto, no basta solo con que un sujeto valla a pasar el tiempo, aprenda determinadas cosas y sea un poco más feliz, sino más bien con que eso que aprende también le sea útil como oficio, ya sea para trabajar, vender o usar algo de lo que hacen como sostén económico. Personalmente sentí, que Felicitas desprecio algunas cuestiones que yo creo importantes y sobre todo terapéuticas. Ella decía por ejemplo, que no es importante que construyan una “guitarrita”, en ese punto yo no concuerdo porque si me parece necesario que el sujeto pueda tener esos saberes, no solo para poder aprender a tocar o venderlas, sino por otras cuestiones que tienen más que ver con lo creativo, con la autonomía de sentir que son útiles, que construyen cosas y otros tantos puntos que creo importantes dentro de esta misma línea.

También se trato bastante el tema de que Arte sin techo no hace asistencia ni caridad. Es decir, allí no se come, no se duerme, no se duchan. El objetivo es otro, el cual en algún punto tiene que ver justamente con no darles lugar a que se puedan posicionar en el lugar de victima demandando siempre más y más, sino más bien ponerles ciertos limites, explico Felicitas. Si bien al principio me choco bastante este discurso, enseguida comprendí a que hacia referencia. El tema de los limites me parece importante, porque uno debe darse cuenta que no ayuda más dándole cama, comida y ducha, si no más bien transformando al sujeto desde un lugar más profundo, devolviéndole la subjetividad perdida y el equilibrio emocional que todo sujeto merece poseer. Pienso que la salud, que integra lo biopsicosocial, es un derecho, de eso no cabe duda. Y estas personas que se encuentran fuera del sistema, que son marginadas por el mismo, merecen los mismos tratos y derechos que cualquier otro ciudadano.
Realmente los talleres propuestos me parecieron muy interesantes y los trabajos que pudimos observar eran bellísimos. El lugar en si es muy artístico y acogedor, se respira creación en cada rincón y eso es reconfortante.

Luego de la charla, Felicitas nos llevo a todo el grupo al patio donde había aproximadamente veinte personas que forman parte de Arte sin Techo. Eran todos hombres y dos mujeres. Ni bien nos vieron, comenzaron a ofrecernos sillas y mostraron amabilidad. Después de comentarnos que hacían en cada taller y otras cuestiones más técnicas, nos preguntaron si todos éramos estudiantes de psicología y hubo algunos chistes al respecto. La imagen que ellos tienen de los psicólogos es bastante despectiva, más bien como gente que “los observa” o que si los encuentra en la calle o en alguna otra situación los rotula con diagnósticos. Lo que me llamo la atención fue que muchos preguntaban si habíamos ido a trabajar o a integrarnos, como demandando en algún punto que hagamos algo y que no vayamos ahí a observar y no accionar. Entonces Laura les comento un poco la situación de la practica y como iban a seguir las cosas y fue entonces cuando Felicitas acoto “en la cancha se ven los pingos” con una risa bastante provocadora. Finalmente todos nos levantamos y agradecimos por todo y ellos se mostraron muy agradecidos por la visita tambien. Me fui del lugar pensando y repensando muchas cuestiones y con ganas de formar parte del taller de Tierra o de murales.
Y una frase que leí de un libro de Alfredo Moffat me resonó todo el camino: “Ellos duermen por donde nosotros caminamos”.

N.P.S

Crónicas de una estudiante apasionada

Lunes, 8 de octubre de 2007

Hoy empecé, las anheladas pasantias en el Moyano.Baje del 100 y camine atemporalmente, en la estrecha calle que decora el Borda del lado derecho, el Moyano del lado izquierdo. Un paisaje, devastador, triste y que me genero un poco de palpitaciones.Estaba ansiosa, de curiosidad. Tenía sed de conocimientos. Y también, miedo…claro que si, el miedo es lo primero que la locura produce y a pesar de mi pasión por ella, soy humana y estoy empezando a conocerla, enserio, de cerca, mano a mano. Lo desconocido, siempre asusta. Y así arranque mi pasaje por el Moyano. Parecía tan lejano e ilusorio, que me produjo piel de gallina encontrarme parada en la puerta de aquel gigantesco hospital neuropsiquiatrico. Uno se siente grano de arena u hormiga, ante la enormidad imponente de aquel bloque de cemento que contiene tantas Almas en pena, tantas mujeres que parecieran, no forman parte del sistema.Por mas que pongan paredes, muros o los apilen en depósitos, ellos seguirán existiendo.Una mañana, cinco horas, que me parecieron infinitas, sobrecargada de conocimiento, de información, de dolor y de alegría. Un cóctel casi inexplicable, que las palabras no llegan a abarcar.Por un lado, me quede con una sensación fresca y primaveral, por decirlo de alguna manera. Pensé que me iba a encontrar con un hospicio viejo, oxidado y gris como el Borda, pero por suerte no fue "tan" así. El lugar es " hermoso" (que paradoja). No todo, pero si la mayor parte. Los pabellones están pintados uno de cada color.Violeta, para terapia a largo plazo, amarillo corto plazo, blanco pabellón de emergencias y admisión. Todos equipados con camas nuevas, calefacción, etc. (Obra de Telerman, algo bueno hizo este pelado).Después, los pabellones crónicos. Ahí es donde la sangre comienza a helarse.Edificios antiguos, gigantes e interminables que le producen escalofrió a cualquier mortal. Altas paredes, impenetrables. El servicio de crónicos. Las pacientes más deterioradas, que hace 20, 30 y tal vez 40 años o mas que están allí. Y ese es su hogar, su lugar, su guarida. No hay otro lugar en este mundo donde ellas puedan ir. No quieren siquiera pisar la calle, el afuera, el otro lado del muro. Esa es su casa, repiten, no pueden irse porque no existe otra cosa. El mundo de afuera es irreal, es inhabitable.Hay 18 pabellones de pacientes crónicos. Las condiciones son bastante precarias. Y ellas, te miran, algunas lloran, otras simplemente "no están" y algunas gritan su dolor sin vergüenza. Actualmente, en total hay cerca de 1.000 pacientes todas mujeres. Llego a haber 3.400 y la idea es llegar a 500. (¿Utopía?)Algunas duermen la siesta en el pasto, al sol. Otras gritan "Son todas unas locas, y usted es un psiquiatra hijo de puta, que se muera" y no deja de repetir que todas están locas, lo cual después de cinco minutos comienza a causarle risa a cualquiera (No se bien si por compasión o por nervios).
Cuando nosotros, un grupo de más de 20 estudiantes, pasamos cual personas observando "animales en un zoológico" nos dice una interna: "Ustedes estudiantes de psicología, muy bien que los mataron, muy bien, hay que matarlos a todos, hijos de puta".Bueno…la señora tendría sus motivos para dirigirse de esta manera hacia los demás.Los gatos nos siguen. Esta repleto, por todos lados hay gatos. Y son hermosos.En una pared, escrito con tiza decía: "perdono al gato que se come la paloma". Me causo mucha ternura y esboce una sonrisa. La inocencia y la lucidez, de perdonar a uno de aquellos gatos que por hambre, se ve que cazo una paloma y una interna quiso dejar una marca de aquel acontecimiento.Con cosas de este estilo, uno se topa todo el tiempo. El Arte, es sobre todo un estado del Alma, ya lo creo.Y sobre todo es una terapia magnifica que genera unos resultados realmente sorprendentes.En el servicio de rehabilitación, las pacientes bordan y cosen manteles y toallas para los hoteles, obteniendo así un dinero a cambio, además de lo que significa realizar una tarea y otras cuestiones que hacen a la parte terapéutica, obviamente.El parque es gigante, infinito, nunca se ve donde termina. Esta lleno de árboles, repleto.El pasto es verde y da esperanza. No se bien de que, pero el paisaje genera eso.No imagino lo triste que será en invierno y con lluvia. Pero hoy era primavera y ellas disfrutaban del sol, del mate y de mirarnos a nosotros fijamente, como acusándonos de algo. A lo mejor, quien sabe, los animales en exhibición éramos nosotros.La realidad de cada uno. Las realidades, la mente infinita y compleja.Retomo la idea el cóctel y digo esto, para resumir lo bueno y lo malo. La alegría que sentí al notar que el hospital esta en mejores condiciones de lo que me esperaba, que las internas dentro de todo están "bien" vestidas y se las notaba (a la gran mayoría) limpias y "tratadas". Por otro lado, es imposible no sentir un nudo en el pecho, un escalofrió constante. La locura asusta. La locura produce un miedo irracional e incalculable. Eso es una realidad y no tenemos que esconderla, porque a todos nos pasa. Obviamente, eso no justifica el maltrato, ni la discriminación, ni la prescripción indiscriminada de psicofármacos. Una cosa, no tiene nada que ver con la otra. El punto de inflexión, es que algunos queremos dedicar la vida a eso. A sanar, a curar, a quitar la locura de la mente de las personas, de las pacientes.Y hoy reafirme todo esto que soy, que estoy siendo y que hace años, quiero ser.Hoy me sentí mas cerca que nunca de ser la licenciada, que seré. Y no lo digo por el titulo, no es eso lo que me interesa, si me interesa saber que esto me va a habilitar de alguna manera, que voy a estar capacitada para poder ayudar a esta gente que tanto lo necesita.Y me apasione profundamente, me emocione muchísimo al darme cuenta de todo lo que ya se, de todo lo que puedo hacer con esto "tan poco" o no, que ya tengo incorporado. Uno se siente vivo, se siente útil, completo. Creo que no hay nada más placentero y satisfactorio en la vida que dedicarse a lo que uno ama.Pasión es misión. Y mi misión, siempre fue clara: ayudar. Nunca tuve dudas sobre eso. Ayudar en general y específicamente a las personas con padecimientos mentales, que es lo peor y lo más triste que puede pasarle a un ser humano.Justamente, hoy dedicamos más de una hora a debatir esto. El lugar que ocupa la psicología, lo importante y lo complejo que es. Incluso, más que la medicina. Los médicos ven un paciente y al ser algo somático saben que es, es puntual, no es abstracto, hay estudios, estadísticas, niveles, operaciones, etc. Daría la impresión de que la cura es más inmediata e incluso más eficaz en muchos casos. Nosotros no tenemos esas mismas posibilidades. En la mente todo es abstracto, los cuadros son interminables, las patologías comparten variedad de síntomas, las enfermedades se rozan y es muy difícil (al principio sobre todo) delimitar si se trata de una esquizofrenia o no, de que tipo de delirio, etc.Y no hay tiempo. Los pacientes se acumulan, no es fácil y la responsabilidad es gigante. Tenemos en nuestras manos, la vida de una persona, la salud mental de un ser humano.Me produce piel de gallina pensar eso. Pero me reconforta el alma, sentirme cada vez más cerca de esto que amo, la mente, las patologías, la "locura" que tanto pánico provoca y de la cual voy a tener que hacerme amiga, para entenderla, para externarla.Hablando de amigas, hoy me paso algo hermoso. Algo con lo que toda la vida fantasee por decirlo así.Fantasee en mi propia persona (en momentos de crisis, cualquiera llega a hacerlo supongo) y soñé justamente con encontrar esta situación en alguna futura paciente mía.Sintéticamente ocurrió que el psicólogo que nos acompañaba, nos comento que en el pabellón de terapias a largo plazo había hace años una escritora. Una mujer, que había entrado por una crisis de melancolía aguda y finalmente término pasando varios años allí, hasta la actualidad. Tengo entendido que ya esta por cumplir 70 años. Esta dada de alta. Es una mujer súper lucida, sensible y tiene un talento artístico que sorprende a toda persona que la conoce. Pero ella, no quiere irse. Ese pabellón lila, que de afuera parece de cuento, es su hogar. El Moyano es su casa, el parque, su jardín, los gatos, seguramente sus mascotas.Allí tiene amigas, tiene costumbres, tiene una vida que no quiere tener afuera. Además no tiene a nadie, como la gran mayoría de las pacientes. Y entonces…escribe. Se dedica a eso. Además de ser escritora, es profesora de piano y también pinta. Julia dice "llegue al Moyano quebrada de dolor, hoy es mi refugio".Sin palabras…Hoy le compre el libro que le editaron hace un tiempo "Crónica de una histérica".Increíblemente hermoso, plasmado de dolor, de ausencias. Una Alfonsina Storni, una Alejandra Pizarnik.Siempre supe que si algún día conocía el Moyano, me iba a cruzar con este tipo de historia que iban a sensibilizar mi alma, dejando de lado todo conocimiento mental o patología alguna. Es decir, no lo compre solo por curiosidad o por intentar encontrar símbolos que denoten su patología. Eso es secundario, lo compre por otro tipo de cuestiones que me parecen obvias y no hace falta que explique.Estas cosas me tocan de cerca y con lo de hoy, ya hay pruebas suficientes que siempre será así.Identificación, agregaría Freud seguramente si leyera esta crónica.En fin, redondeando, fue una experiencia increíble ¿Qué puedo decir?Siento que no tengo palabras.Y cuando digo increíble, lo digo a nivel personal, pero sobre todo a nivel profesional. Lo que uno aprende viendo un delirio materializado, viendo todo aquello que lee en los textos y uno cree que es exagerado o simplemente "ridiculo", es verdad. Juro que lo es.Incluso muchas veces, esta realidad de los neuropsiquiatricos, superan cualquier caso de Freud o cualquier explicación seudodelirante de Lacan, créanme.Es más cruel, dura y compleja, que cualquier texto.Parece inabordable y hermética.Pero no lo es…los que transitamos en esta carrera, sabemos que no lo es.La locura. Lo cura, pensé hoy. Que paradoja interesante, que justamente la locura, sea lo cura.


La soledad es un estado del espíritu, es individual.Se intensifica mas cuando quienes nos rodean no participan denuestros intereses artísticos, intelectuales y afectivos;entonces es pavorosa y desaliña cualquier conducta coherente.
Julia Pantotis, interna del Hospital Braulio Moyano.


N.P.S