jueves, 18 de noviembre de 2010

EL VERDADERO PENSAMIENTO DE PICHÓN ESTÁ REPRIMIDO (POR ALGO SERÁ)

Enrique Pichón Rivière era trasgresor, espontáneo, paradojal, él señalaba los absurdos, rompía los clichés, incluía lo dramático en sus análisis de la realidad.

Por el contrario, el pensamiento que circula hoy de Pichones un Pichón formal, de frases ortodoxas, con clichés razona­bles, reaseguradores, su pensamiento perdió lo desconcertante, aquello que abre una perspectiva nueva, esa temáti­ca dramática que extraía de lo que esta­ba sucediendo y nos angustiaba en ese momento:

Tomando esto como un hecho, decirnos... por algo será.

Pichón era el escándalo, era el que con­tradecía a todos y con‑Yo en el cuento del emperador y, su maravilloso traje invisi­ble. Pichón pateaba el tablero y decía, "el emperador está desnudo", (seguro hubiera dicho "en bolas"). En esta épo­ca, todos ven el traje invisible, pero ade­más lo describen con las mismas pala­bras, todos ven los mismos dibujos en el traje.

Este momento histórico, necesitó repri­mir al Pichón ‑ Heavy y sustituirlo con un Pichón Light. Porque Enrique era co­mo el Fernet (que también tomaba), que hay que echarle agua porque es muy fuerte, pero si nos pasamos con la soda, ya no es más Fernet (es Coca ‑ Cola).

Estamos demasiado asustados en esta crisis que desestructura la realidad, no nos conviene mirar los abismos, lo pro­fundo de la existencia, especialmente el tema de la Muerte (paradigma de lo negado en el post modernismo), tema que con su elaboración se logra el verdadero sentido de estar vivo. Tal vez en este momento social, sea realmente funcional (sintomáticamente) repri­mir todo pensamiento develador y por lo tanto, desconcertante. Tal vez al vernos hundidos hasta el cuello en este mar de mentiras, injusticia, violen­cia y corrupción, estemos tentados a decir la frase histórica... "no hagan ola" y por lo tanto tendría justificación piadosa convertir el pensamiento de Enrique en una papilla light posmoderna.

Pero ojo, una cosa es tapar algo durante la tormenta y otra es negar que ne­gamos (los lacanianos dirían forcluído). Debemos concientizar que lo repri­mimos, podemos darnos una tregua y jugar a las palabras inofensivas, pa­ra negar lo que nos rodea, pero debemos recordar que estamos "stand‑by", que nos da miedo revolver lo profundo porque hay tormenta. Pensar para­dojalmente (Enrique decía a menudo... "che... que paradoja…”) desafiar lo aceptado, las verdades tranquilizadoras, sería en este momento de apa­gón cultural, como "cambiar de caballo en la mitad del río".

El uso del pensamiento académico, reasegurador, formado por frases cli­chés, es útil. Toda cultura desarrolla las verdades ortodoxas, con explicacio­nes y frases ya hechas, sólo es necesario elegirlas para hacer una clase o un artículo sobre cualquier tema (sin partir de la temida realidad). Todo esque­ma estabilizador permite controlar el continuo cambio del mundo real, el carácter caótico del devenir.

Pero tampoco conviene exagerar la estabilidad del pensamiento, pues re­cordemos que la vida es fundamentalmente transformación.

La creación lleva al desconcierto y Pichón era desconcertante, inesperado, con un humor irónico y tierno que hacía tambalear nuestras seguridades. Pero en este momento de descomposición social, lo absurdo, lo paradojal, está instituido como la norma. Esta que estamos viviendo, sufriendo, es una paradoja siniestra, no esclarecedora; el corrupto dice que hay que combatir la corrupción, los policías roban, la víctima es culpable y el que denuncia esto es un delincuente. Lo que ocurre es definido por el poder como lo contrario (“la pobreza ha disminuido”, “garantizamos la paz y vendemos armas”); de modo que son los mensajes esquizofrenizantes (descriptos por los sistémicos) porque es una paradoja que se niega, no como la de Pichón que mostraba la contradicción y la paradoja servía para el esclarecimiento.

Pichón acentuaba lo absurdo para que lo absurdo quede develado y se pueda luego resolver, además le gustaba el escándalo, tenía algo de duende jodón, su humor era encantador. Su pensamiento era estético, tenía raíces en el movimiento surrealista que trastocó el arte académico de la época.

Pichón era molesto para el poder, por eso lo echaron del manicomio y de la propia APA, (Asociación Psicoanalítica Argentina) que él había fundado, cuando los llamó "cafishios de la angustia".

Pichón te abría la cabeza, en realidad te la "partía en pedazos", para que vos luego armes tu rompecabezas con una nueva figura. Te hablaba de lo dramático en el sentido de llorar y reír, lo dramático como lo comprometido con la vida. Era muy seductor dando clases, era imposible aburrirse. El hacía referencia al aquí‑ahora que estaba sucediendo y usaba desde un lenguaje sofisticado hasta el lunfardo más rantifuso.

Sentías que con la ciencia que él te explicaba, entendías tu vida.

Era travieso, (Winnicottiano), proponía el juego como modo de aprendizaje. Parecía viajar por las edades, a veces tenía su edad, y otras veces parecía de seis y se permitía travesuras; a veces tenía ochenta y seis y hablaba de la muerte.

Manejaba la espontaneidad en todos los órdenes. Daba sorpresas. Todo desde un impecable y rigurosísimo método científico y un develador análisis de la realidad. Juntaba la ciencia y el arte, era el Pichón razonable, terapeuta organizador del caos.

Muy estudioso, leía y conocía todas las corrientes, profundo investigador. Su casa era un caos de libros. Tenía interés por todo, Pintura, Ecología, Cibernética, el pensamiento filosófico. Era de una gran cultura literaria y artística, de una formación universal como pocos he conocido.

También era un finísimo profesor francés (Ginebrino), exquisito psicoanalista a la vez podía estar cómodo con un grupo de vagos en una cantina atorranta. Contenía todo lo humano. Después de su muerte sentí que para mí, no había más maestros. En su relación conmigo está presente ese estilo amoroso ‑irónico ‑ jodón; recuerdo que me decía, "vos sos mi hijo putativo" (y me dejaba pensando sobre las ventajas de la "putaneidad maternal").

Para terminar este artículo, (seguro que polémico), diremos que, en esta época de desconcierto y confusión, aceptemos (sin culpa), usar un Pichón ‑light. El otro, está reprimido, igual que otras cosas, como lo solidario, lo ético y el sentimiento de justicia social, pero recordemos que existe el otro Pichón y que cuando este país reencuentre su proyecto de destino y salgamos del pozo, vamos a necesitar en la psicoterapia, en la socioterapia, el pensamiento vigoroso, transgresor y creativo de Enrique Pichón Rivière.

Alfredo Moffat

Revista de la Asociación de Psicólogos sociales de la República Argentina 10 de junio 1996

Impecable Moffat como siempre.

Dos genios y Maestros para mi tanto en el area de la Psicología Social asi como de la vida misma.

Los aplaudo de pie señores =)

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Con los días contados

Hace 731 días

que no hago el amor,

que no como papas fritas,

que no voy al cine,

que no me tomo una cerveza,

que no veo a mis amigos.

Hace 731 días de todo

o casi todo…

Hoy hace dos años

que llegué al hospicio.

¡Feliz cumpleaños!

Voy a brindar

tomándome las pastillas

de un solo trago.


Marisa Wagner

del libro "Los montes de La Loca"

YO

Yo…

-ésta mujer rota-

que a veces se despedaza aún más en la locura.

La que emprende sigilosos, nocturnos vuelos,

sobre los nidos secretos de los monstruos.

La que suele mantener conversaciones largas con el mismísimo demonio, mirándolo a los ojos.

Yo…

-este ángel mutilado erróneo-

que arrastra su ala rota en los pantanos,

que camina lentamente

sobre brasas encendidas, sin notarlo,

expiando

quién sabe qué pecado.

Que no se persigna jamás, ni se arrodilla

ante ningún dios de cotillón,

ante ninguna deidad de fantasía.

Quizás…

porque ví morir mis hombres mejores en la guerra.

Inocentes, desnudos, crédulos,

descalzos, casi desarmados

y jamás pude enterrarlos,

quiero decir, honrar la tierra con sus cuerpos niños…

hoy…sin embargo,

me inclino

-con la docilidad y la elasticidad de un junco-

frente al milagro descomunal de su ternura.


Marisa Wagner

miércoles, 6 de octubre de 2010

Sol Negro

“Los dos meses que estuve en el hospital estuve pensando mucho sobre mi, sobre mi vida, sobre mi profesión…y bueno me acordaba siempre de lo que decía en terapia Rene: “los psiquiatras son medio pelotudos” y me sentí incluido dentro del grupo de los psiquiatras pelotudos ¿Sabes? Es decir, si tenes ideales y sabes muchas cosas y queres cambiar algo y no haces nada, sos un pelotudo. No se, a vos te llevaron las cosas, pero yo aceptaba lo que sucedía acá adentro, veía corrupción y la aceptaba, hacia mi trabajito lo mejor posible…pero necesitaba otra fuerza para arrancar, para poder salir y estoy aprendiendo eso. Creo que lo que uno ve, es lo que uno tiene adentro, entonces no se…curarse a lo mejor es cambiar el problema, es tener otro problema. Pensé mucho y por fin me encontré con que hacia lo que tenía que hacer o seguía dormido. Así que yo también te agradezco, porque vos fuiste motor, en mi caso si. ¿A quien le importa el loco? A nadie. Por eso los guardan acá y los dejan y los psiquiatras que cuidamos, entre comillas, a los locos también somos marginados como ellos. ¿Por qué no se hace cargo toda la gente de este emergente social del loco? A nadie le importa el loco no juega el juego de los demás y el juego de los demás cada día queda más demostrado que es una locura. Así que bueno, todas esas preguntas, esos interrogantes aparecieron y no los resolví, pero estoy camino…de cambiar cosas. Por ejemplo mi hijo, ayudarte a vos me hizo comprender que podía ocuparme yo…de mi hijo, encarar las cosas como son. Mira hay un cuento que es simple y que ilustra todo esto. Si nosotros sabemos curar, medicar con responsabilidad, sabemos contener, calmar, sabemos cuales son los errores del sistema ¿Por qué no lo cambiamos, no? El cuento dice que un sabio le dice a un grupo de gente que no sabe que hacer. ¿Tienen cuero? Si. ¿Tienen clavos? Si. ¿Tienen cordones? Si. ¿Tienen herramientas? Si. Entonces ¡¡Hagan un par de zapatos por el Amor de Dios!!”


Dr. Mariano Puertas (psiquiatra) representado por Alejandro Urdapilleta


Sol Negro (2003)








Las Almas Repudian Todo Encierro


“Los médicos no entienden esas cosas se portan fácilmente bien pero no pueden ser lo que no son, simplemente toman la temperatura de la piel, dan pastillas, inyecciones, como si se tratara de una almacén y olvidan que en el fondo es una cuestión moral. Es que no existe nadie que pueda entender la mente, sin embargo no los odio, hacen lo que pueden. Lo terrible es que nos traen para que uno no se muera por la calle y luego todos nos morimos aquí.”


Jacobo Fijman, Poeta.

Paso los últimos 30 años internado en el Hospital Borda.




viernes, 21 de mayo de 2010

Desbordada

Un secreto me acompañaba, en aquella tarde nublada de un diecinueve de mayo del año dos mil diez. Un conflicto, una elección, un discurso a desplegar frente a mis jefes. Una decisión tambaleante, un devenir psíquico. Durante el viaje en tren, harta Retiro e incluso todo el cien, me mantuve pensando como y cuando decírselos. Estoy donde estoy por propia elección, nadie me obliga, no es protocolar, no es requisito para aprobar nada, es mera voluntad…pensaba, dialogando conmigo misma.
Pero llegue. Vi el hospital Borda una vez más frente a mí. Ese mismo bloque de cemento y hierros oxidados me interpelaba una vez más, a gritos, apuñalando mi esperanza y potenciando mi sensibilidad. Esa puerta que tantas personas trae a mi presente, tantos momentos, años, etapas. La primera vez que conocí el hospital tenia 19 años, y Angie me acompañaba en esa aventura de conocer “el psiquiátrico”. Luego ¡las cosas fueron tan diferentes! En ese entonces cursábamos el CBC y estábamos convencidas de que podíamos cambiar el mundo. Ahora, con 25 años, ya casi licenciada estoy convencida de que Angie lo ha cambiado y de que yo puedo seguir haciéndolo.

Entre, erguida y segura de lo que tenía que ir hacer y decir, pero cada vez más insegura y dubitativa tras cada escalón que me conducía hasta el cuarto piso del pabellón central. En ese lugar el tiempo se detiene, el espacio te asfixia y les juro que las paredes no dejan de hablar. Aturde el silencio de sus miradas, el lento paso de su andar, el olor a pis, a humedad, a cigarrillos fumados una y mil veces. Llegue sin aire, como siempre, pero ya casi sin ninguna decisión…también como siempre. Golpee con cuidado la oficina donde Alfonso y Ana charlaban amablemente. Ambos se sorprendieron al verme, sus sonrisas también me interpelaron “Hola Nadia, tanto tiempo, te extrañamos” acoto Ana sonriente. Tanto tiempo habían sido quince cortos días, en medio de tanta inexistencia manicomial. Y como de costumbre amaneció el día, las responsabilidades, los conflictos, los pacientes y las ridiculeces de algunos profesionales aun más desequilibrados que cualquier ser que habita este hospicio. Gente, mucha gente en nuestro espacio. Manos, dedos, papel, agua, ojos, miradas, suspiros, música y humo de cigarrillo. Servicios, intervenciones, junta de psiquiatras y psicólogos con guardapolvos blancos y esa misma sensación de vacío e inequidad en cada rincón olvidado. Los que se fueron, los que persisten, los que nunca volvieron, los que ya no están. Todo se mezcla y fusiona dentro y fuera de mí, cuando camino por esos largos pasillos helados, mientras retumba infinitamente el compás de mis pies, sincronizado con sus Almas.
Y con el pasar del día, si es que el día pasa allí adentro, mi decisión se diluyo entre papeles artesanales, miradas cómplices y actividades cotidianas. No, no podía irme ese espacio me pertenecía, una parte esencial de mi pertenece a ese espacio. No se puede separar lo indivisible. Y entonces comprendí que no era momento de soltar manos, que no era momento de preservar nada propio, que no era una etapa finalizada, sino parte de un proceso que no tiene final: el de la experiencia profesional y humana ¿Acaso existe algún momento de conexión interpersonal donde dejemos de aprender? Si, las instituciones trascienden lo individual y encima, crean subjetividad. Ya no me cabe ninguna duda de aquella sentencia que a veces tanto pesa en nuestras espaldas.
Ya las miradas me resultan familiares, los abrazos de cariño, las palabras dulces, la labor comunitaria.
No, nada había terminado para mi, mucho menos para ellos que todo el tiempo intentan recomenzar.

La voz casi imperceptible de Aldo, habla siempre a los gritos o será que escucho de más. Aldo tiene miedo de “salir afuera” hace diez años esta internado y aunque tiene posibilidad de conseguir el alta, se niega a poner un pie fuera de los jardines del hospital. Ni siquiera podemos convencerlo, diciéndole que vamos a comprarle esos lentes que tanto necesita para poder ver mejor. Aldo no quiere salir.
Mientras, las manos artesanales de Carlos, crean autonomía y comunión. La alegría de Tere, sus palabras personales y el color de su energía, iluminan el espacio. Mis estrellas en las ventanas, los pasillos en movimiento, la terquedad de algunas enfermeras y la ilusión de todos, insisten en que cada día sea un día diferente. En el que el trabajo se viva de otra manera, el que el acompañar sea tan sutil e imperceptible, que parece pasar desapercibido cuando en realidad es la esencia del proyecto, del servicio. Uno nunca sabe bien cuando es que se fusiona con un espacio, pero si puede comprender cuando es parte del mismo, cuando no puede desprenderse de una atmósfera que esta entretejida en cada célula de nuestro cuerpo y de nuestra energía vital. No, no era hora todavía. Como León dice, tengo confianza en la balanza que inclina mi parecer.
Todo para todos, ellos me necesitan y yo necesito de ellos, en una retroalimentación simultanea y equitativa que no promueve asimetrías, ni jerarquías estandarizadas. No importa quien corta hoy, quien cocina mañana, importa que todos somos útiles y que aunque a veces nos de la sensación de que las manos sobran, siempre es importante tener en cuenta que no es necesario que sobren, ni que falten, sino que alcancen. Para que todos podamos retornar felices al final del viaje, hacia nuestro hogar. A ese Hogar con mayúscula del que todos provenimos y al cual todos nos marchamos.
Sé que vale la pena el esfuerzo, levantarme en invierno cuando es de noche aun y estoy enrollada entre tres frazadas, esperar el tren a Retiro y viajar como ganado e incluso disfrutar de un paseo en soledad por el centro porteño, a bordo del cien. Vale la pena el esfuerzo, porque uno siempre puede aportar aunque parezca pequeña la ayuda, para los seres despojados de derechos, desprovistos de amor, de compañía, vale la pena.
El esfuerzo toma otros matices cuando uno puede brindar la palabra justa, el abrazo a tiempo, la mano compañera, la mirada profunda. Claro que vale la pena entonces enfrentarte a uno mismo, sobre todo. Replantearse las practicas, nuestros roles dentro y fuera del hospital. Hablo de rol profesional y del rol humano en el mundo, considero que todos tenemos uno, aunque no todos lo hayan sintonizado, es cuestión de mover la antena hasta captar la señal. Es inconfundible, no se puede trasmitir con palabras; simplemente se sabe.
Más aun cuando los horizontes no son ya tan lejanos, ni tan utópicos. Cuando podemos sentir el suelo tambalear bajo nuestros pies, ese suelo que creíamos de cemento y ya no lo es. Eso, también nos motiva a construir la transformación social de la que somos parte. Vale la pena el esfuerzo cuando se unen las palmas y se entretejen las ilusiones.
Considero que la vocación de servicio si bien es innata, se construye y alimenta a diario, con voluntad, con esfuerzo, con dedicatoria, desde adentro y para siempre. No se trata de trabajar para el otro, de construir y reconstruir para el otro, sino con el otro, para todos. Ese todos del cual también uno mismo es parte esencial, como un engranaje más de transformación y cambio.



No, no era el momento. Y tal vez nunca lo sea.
Quiero seguir inventando mundos con ellos.


N.P.S
21/05/10

miércoles, 12 de mayo de 2010

LA CRISIS DEL PROCESO IDENTIFICATORIO

A continuación comparto un resumen del capítulo VIII del libro de Castoriadis “El avance de la insignificancia” Me parece un texto claro y muy necesario en esta epoca, para poder comprender y analizar las estructuras que nos determinan y atraviesan como sujetos parte de la sociedad y como "agentes de cambio" y transformación.

LA CRISIS DEL PROCESO IDENTIFICATORIO- Cornelius Castoriadis

Hay una crisis en la sociedad contemporánea que produce una crisis del proceso identificatorio. Podemos elucidar y explicar la crisis de identificación en referencia al debilitamiento del proceso identificatorio en sus diversas entidades socialmente instituidas, como el hábitat, la familia, el lugar de trabajo, etc., ya que en nuestra cultura, el proceso identificatorio (entendido como la creación de un “sí mismo” individual-social) pasaba por esos lugares que hoy están en crisis. Pero, adicionalmente, no existe hoy ninguna totalidad de significaciones imaginarias sociales,o no emerge ninguna que pueda hacerse cargo de esta crisis de los apuntalamientos particulares.
Desde hace mucho tiempo se habla de “crisis de valores”, pero el término “valor” es muy vago, por eso, hablo de la crisis de las significaciones imaginarias sociales, es decir de la crisis de las significaciones que mantienen a la sociedad unida, dejando a la vista como esta crisis se traduce en el nivel del proceso identificatorio. El papel de las significaciones imaginarias sociales es triple: 1) Estructuran las representaciones del mundo en general. 2) Designan las finalidades de la acción, imponen lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer, lo que es bueno y lo que no. 3) Establecen los tipos de afectos característicos de una sociedad. (Un afecto característico de la sociedad capitalista -señalado por Marx- es la inquietud perpetua, el cambio constante, la sed de lo nuevo por lo nuevo).
La instauración de estas tres dimensiones (representaciones, finalidades, afectos) se da conjuntamente con su concretización llevada a cabo por todo tipo de instituciones mediadoras, que instituyen un tipo antropológico específico(un tipo de individuo particular). Y, al mismo tiempo, se establece un enjambre de roles sociales.
Pero entre las significaciones instituidas por cada sociedad, la más importante es la que concierne a ella misma. Todas las sociedades tuvieron una representación de sí como algo : somos el pueblo elegido; somos los griegos en oposición a los bárbaros;somos los hijos de los padres fundadores; somos los súbditos del rey de Inglaterra. Indisociablemente ligado a esta representación existe un pretenderse como sociedad, y un amarse como sociedad; es decir, una investidura tanto de la colectividad concreta como de las leyes por medio de las cuales esta colectividad es lo que es. Aquí hay un correspondiente externo (social) de una identificación de cada individuo que -también- siempre es una identificación a un “nosotros”, a una colectividad.
Pero la colectividad no es eterna sino en la medida en que el sentido (las significaciones que ella instituye) son investidos como eternos por los miembros de la sociedad. Y creo que nuestro problema de crisis de los procesos identificatorios, hoy puede y debe ser abordado también desde esta perspectiva.
¿Dónde es el sentido vivido como eterno por los hombres y mujeres contemporáneos? Mi respuesta es que ese sentido, socialmente, no está en ninguna parte. Sentido que concierne a la autorrepresentación de la sociedad; sentido participable por los individuos; sentido que les permite acuñar por su propia cuenta un sentido del mundo, un sentido de la vida, y, finalmente, un sentido de su muerte.

Las sociedades modernas se formaron tal como son y se instituyeron por medio del surgimiento de dos significaciones centrales: la de la expansión ilimitada de un supuesto dominio pretendidamente racional sobre todo; y la de la autonomía individual y social ( la búsqueda de formas de libertad). Estas dos significaciones son antinómicas: una conduce a las fábricas Ford en Detroit en 1920 (microsociedades cerradamente micrototalitarias), y la otra a la idea de una democracia participativa (que no puede encerrarse en la esfera política y detenerse ante las puertas de la empresas).
A cada una de estas dos significaciones corresponde -grosso modo- un tipo antropológico de individuo diferente.A la significación de la expansión ilimitada del “dominio racional”, podemos hacerle corresponder -por ejemplo- el empresario schumpeteriano, quien -para ser tal- necesita obreros y, a la vez, consumidores. Entonces, hay necesariamente un tipo antropológico complementario de este empresario, para que esta significación pueda funcionar: el obrero disciplinado y totalmente cosificado. A la otra significación (la autonomía) le corresponde el individuo crítico, reflexivo, democrático.
El siglo XX nos deja como legado el eclipse de la autonomía y un desvanecimiento del conflicto social, sobre todo en las sociedades ricas donde los conflictos que observamos son esencialmente corporativistas y sectoriales. Vivimos en una sociedad de lobbies y hobbies. La única significación realmente presente y dominante es la significación capitalista, la expansión indefinida del “dominio”, la que al mismo tiempo se halla vaciada de todo el contenido que podía otorgarle su vitalidad en el pasado y que permitía a los procesos de identificación realizarse medianamente bien. Una parte esencial de esa significación era la “mitología del progreso”, que daba un sentido tanto a la historia como a las aspiraciones referentes al futuro. Esta mitología cae en ruina porque: ¿ Cuál es hoy la traducción subjetiva para los individuos de esta significación y esta realidad que es la “expansión del dominio”? Para la aplastante mayoría de la gente no es mas que el crecimiento continuo del consumo, incluidas las supuestas distracciones que se convirtieron en un fin en sí mismas.
¿En que deviene entonces el proceso identificatorio que la institución presenta a la sociedad, que propone e impone a los individuos como individuos sociales? Es el del individuo que gana lo más posible, y disfruta lo más posible; es tan simple y banal como eso.
¿Cómo puede continuar el sistema en estas condiciones? Continúa porque sigue gozando de modelos de identificación producidos en otros tiempos: el matemático investigador, el juez “íntegro”, el burócrata legalista, el obrero concienzudo, el padre responsable de sus hijos, el maestro que -sin ninguna razón- sigue interesándose en su profesión. Pero no hay nada en el sistema que justifique los “valores” que estas personas encarnan, que invisten, y que persiguen en su actividad. No hay nada en las significaciones capitalistas que pueda justificar estos desvelos.
¿Cuál es el lazo que esta evolución mantiene con los procesos más subjetivos? Todo ese mundo del consumo continuo, del casino, de la apariencia, se filtra en las familias y alcanza al individuo ya en las primeras etapas de su socialización. Padre y madre transmiten lo que viven, lo que son, proveen al aniño de polos identificatorios simplemente siendo lo que son. Les transmiten: tengan lo más que puedan, disfruten lo más posible; el resto es secundario.
El carácter de la época, tanto del nivel de vida cotidiano como el de la cultura, no es el “individualismo” sino su opuesto: el conformismo generalizado y el “collage”. Conformismo que es posible sólo con la condición de que no haya núcleo de identidad importante y sólido. Además este conformismo actúa de manera tal que un núcleo de identificación semejante ya no pueda constituirse.
No puede no haber crisis del proceso identificatorio, ya que no hay una auto-representación de la sociedad como morada de sentido y valor, y como inserta en una historia pasada y futura, dotada -ella misma- de sentido.Estos son los pilares de una identificación última, de un “Nosotros” fuertemente investido. Este nosotros es lo que hoy se disloca al asumir cada individuo a la sociedad como simple apremio que le es impuesto.


(Información extraida de: http://www.rafaelcastellano.com.ar/wordpress/?p=235)

viernes, 16 de abril de 2010

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La importancia de lo grupal * Alfredo Moffatt *

Refiriendose a la formación de la UBA expone: (...)a optado por una formación psicoanalitica absolutamente abstracta, muy elucubrada, muy exquisita pero que no contempla las urgencias ¿No? El psicologo sale de la facultad y no vio un paciente, solo hice trabajos practicos. Es equivalente a un medico que no tiene formación en emergencia, entonces va a la ruta y le dice al accidentado: cuando termine la hemorragia vaya al hospital. Tiene que operar y suturar en ese momento. No tienen formación en lo que se llama terapia de crisis, que son fundamentales en este momento y en grupo de riesgos ¿Qué hacer con los chicos de la calle? (...) la atención de una situación de crisis, puede ser por las drogas, terapias terminales, personas que han sufrido asaltos o violaciones. No hay. Es todo solamente una formación de un psicoanalisis de una persona de clase media, generalmente, que tenga verbalización, que no pase por el cuerpo y que asocie libremente. Hablando de a uno del pasado...y hablando solamente. Es decir nosotros proponemos en grupo construir el futuro. Es el paragidma contrario ¿No? (...)





Quiza en este concepto se encuentra una parte importante de la respuesta que buscamos como pueblo y como sociedad antes nuestras realidades, es decir trascender la mirada individual y proyectar el futuro guiados por la solidaridad y el bienestar general. Para ello sera necesario pensar creativa y criticamente, ensayar respuestas superadoras y asumir compromisos transcendentes desde lugares concretos de participación. Recordemos que siempre entre todos, es mucho más facil.


(Extractos del programa "Cimientos: Educar en salud" a una entrevista con Alfredo Moffatt: http://www.youtube.com/watch?v=07G-Td-jfmY&feature=related)

Carta a un psiquiatra

Poesía de la princesa Inca, sin su permiso me permito reproducir las palabras que le dedica a un psiquiatra

“No tienes derecho a decirme si debo o no debo,
Nadie es más que nadie,
Ni tus libros me valen porque yo tengo los míos
Y a veces no hay libros.
Que la vida es observar
Y notar como duele esa misma vida
En el origen profundo de las venas,
Dejar que te voltee y te hunda,
Mirar si tiene la forma de una ciudad
que visitaste hace años
y que queda en el recuerdo
no tienes derecho a decirme si soy o no soy
porque ser nadie sabe
que todos somos miedo y alegría
y a la vez agua y hastío
no tienes derecho, jamás,
a decirme si valgo o no
porque no hay números en le alma
ni pastillas para el alma
no hay precio aunque insistan
vendiéndonos en cada esquina,
no tienes derecho, tú, jamás,
a ser yo”

Carta de Artaud a los psiquiatras

Señores:


Las leyes, las costumbres, les conceden el derecho de medir el espíritu. Esta jurisdicción soberana y terrible, ustedes la ejercen con su entendimiento. No nos hagan reír. La credulidad de los pueblos civilizados, de los especialistas, de los gobernantes, reviste a la psiquiatría de inexplicables luces sobrenaturales. La profesión que ustedes ejercen está juzgada de antemano. No pensamos discutir aquí el valor de esa ciencia, ni la dudosa realidad de las enfermedades mentales. Pero por cada cien pretendidas patogenias, donde se desencadena la confusión de la materia y del espíritu, por cada cien clasificaciones donde las más vagas son también las únicas utilizables, ¿cuántas nobles tentativas se han hecho para acercarse al mundo cerebral en el que viven todos aquellos que ustedes han encerrado? ¿Cuántos de ustedes, por ejemplo, consideran que el sueño del demente precoz o las imágenes que lo acosan, son algo más que una ensalada de palabras?No nos sorprende ver hasta qué punto ustedes están por debajo de una tarea para la que sólo hay muy pocos predestinados. Pero nos rebelamos contra el derecho concedido a ciertos hombres – incapacitados o no – de dar por terminadas sus investigaciones en el campo del espíritu con un veredicto de encarcelamiento perpetuo.¡Y qué encarcelamiento! Se sabe – nunca se sabrá lo suficiente – que los asilos, lejos de ser “asilos”, son cárceles horrendas donde los recluidos proveen mano de obra gratuita y cómoda, y donde la brutalidad es norma. Y ustedes toleran todo esto. El hospicio de alienados, bajo el amparo de la ciencia y de la justicia, es comparable a los cuarteles, a las cárceles, a los penales.No nos referimos aquí a las internaciones arbitrarias, para evitarles la molestia de un fácil desmentido. Afirmamos que gran parte de sus internados – completamente locos según la definición oficial – están también recluídos arbitrariamente. Y no podemos admitir que se impida el libre desenvolvimiento de un delirio, tan legitimo y lógico como cualquier otra serie de ideas y de actos humanos. La represión de las: reacciones antisociales es tan quimérica como inaceptable en principio. Todos los actos individuales son antisociales. Los locos son las víctimas individuales por excelencia de la dictadura social. Y en nombre de esa individualidad, que es patrimonio del hombre, reclamamos la libertad de esos galeotes de la sensibilidad, ya que no está dentro de las facultades de la ley el condenar a encierro a todos aquellos que piensan y obran.Sin insistir en el carácter verdaderamente genial de las manifestaciones de ciertos locos, en la medida de nuestra aptitud para estimarlas, afirmamos la legitimidad absoluta de su concepción de la realidad y de todos los actos que de ella se derivan.Esperamos que mañana por la mañana, a la hora de la visita médica, recuerden esto, cuando traten de conversar sin léxico con esos hombres sobre los cuales – reconózcanlo – sólo tienen la superioridad que da la fuerza.

Antonin Artaud