viernes, 9 de octubre de 2009

Crónicas artesanales II

Viernes 9 de octubre de 2009

Hoy llegue a las nueve al hospital y Romi mi compañera, también. Esperamos a Ana y los demás en el hall, más de veinte minutos, mientras saludábamos y hablábamos con talleristas e internos que transitaban el 4º piso. Adrián, un interno, nos llevo a conocer en el 3º piso el centro cultural de Arteterapia. Un lugar hermosísimo, lleno de cuadros, pinturas y Arte desparramado por donde miraba. Placares, sillas, paredes, todo decorado. Una belleza. También pasamos por el servicio de internación femenino, entre otras cosas. Luego llego Ana, Tere abrí molineros y así empezó la jornada. Uno de los talleristas había salido con Dora, la psicóloga social, a conseguir el certificado de incapacidad por lo cual estaban ausentes. Alejandro estaba enfermo e Iván y Marcelo, faltaron sin previo aviso y no los encontraros en sus servicios tampoco. Por lo cual en molineros solo estábamos Tere, Romi y yo. Comenzamos deshilachando el hilo. Cortar, desarmar, desarmar, cortar. Después fui a la oficina con Ana, prepare dos tarjetas en la computadora. Una para un enfermero y otra para una reikista e imprimí varias hojas, que después cortamos con Romi para agilizar los pedidos. También vino un cliente para verificar el papel y las tarjetas de 15 para su hija. En ese momento Ana estaba ocupada, por ende yo atendí como pude al señor pero realmente todo fue más sencillo de lo que creía y me sentí muy cómoda.
La mañana estuvo rara, molineros ausente. No había venido nadie, una deserción total. Tere no dejaba de quejarse de la irresponsabilidad del resto. Mientras cortábamos el hilo, charlamos con ella de varias cuestiones de su vida, de su pasado, su esposo, sus padres y anécdotas muy graciosas que nos hicieron reír. También en algunos momentos participo Alejandra, una residente de medicina.
Finalizo la jornada y nos juntamos los cinco pasantes en una oficina a charlar sobre lo acontecido. Luego llego Ana y este fue el punto más interesante de la mañana. Rápidamente nos comento algunas cuestiones del orden de lo simbólico y también de cómo la realidad se impone constantemente para “los de afuera, los de adentro y los del medio”. Ella hacia referencia a que los talleristas de molineros tienen un contrato, y cobran por el trabajo que hacen y que no pueden faltar porque si, sin justificación y aviso por que “les duele la cabeza o están deprimidos”. Esto es un trabajo y hay una demanda real de un cliente que pide tanta cantidades de tarjetas o papel y lo que sucede es que se acumulan los pedidos si no hay nadie que este haciendo el papel, para que otro grupo pueda imprimir, cortar y terminar la entrega. Y también charlamos acerca de otras cuestiones más referidas al ámbito de la biblioteca, pero no menos interesantes. Cuestiones que parecen de sentido común y obvias y que sin embargo, en la práctica no responden a esos parámetros. Fue una linda jornada, me fui sintiendo más cómoda y mucho más segura con todo, respecto de cómo manejarme, que hacer o dejar de hacer.

Dos cuestiones nimias, o no, me quedaron dando vueltas. Por un lado, la psicóloga social justo cuando nos íbamos llego con Carlos de hacer el trámite. Todo había salido bien y quiso guardar el certificado en la carpeta que pertenecía a Carlos dentro de los historiales. Entonces pregunto: ¿Vos sos Carlos Pérez, no? Y Ana, que estaba ahí respondió “No, es el Carlos xxx”. Me llamo la atención que ella que es parte del equipo de molineros y que además es acompañante terapéutica de Carlos, no sepa ni siquiera su apellido. Por otro lado, cuando estábamos por cerrar molineros una profesional que esta a veces por el piso, Claudia, que no se bien aun cual es su cargo, hablaba con Tere. Ella le pregunto como estaba afuera y Claudia respondió: “Afuera esta lindo, hay sol. No es como acá adentro que siempre hace frío”. Una frase de lo más común y natural, todos los que estamos “ahí” sabemos que el hospital es muy frío. Lo que me quedo resonando fue “Adentro, afuera” “lindo, feo” “calor, frío” “acá, allá”.
Las diferencias y los limites, como si fueran dos mundos limítrofes.
De hecho, a veces, parecen serlo…aunque no sea más que una realidad impuesta.

N.P.S

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